Un año más, llega el momento de hacer la Declaración de la Renta. Un buen momento para aquellas personas que no hacen donaciones directas a la Iglesia, para colaborar en su sostenimiento económico.
Desde el año 2007 la Iglesia Católica se autofinancia. Un 75% de sus ingresos proviene de donaciones directas, pero el resto también es necesario cubrirlo, teniendo en cuenta la gran labor social que presta a la sociedad, con el mantenimiento de comedores sociales, residencias de ancianos, colegios, etc.
La razón de ser principal de la Iglesia es el anuncio del Evangelio de Jesucristo a todos los hombres.
Millones de católicos en todo el mundo viven el Amor de Dios y predican la Buena Noticia, lo que les lleva a reconocer en el prójimo el rostro de Cristo, de manera particular, en los más necesitados y a desarrollar una enorme labor (social, educativa, asistencial, etc) que repercute en beneficio de la sociedad.
La Iglesia Católica en España se divide territorialmente en 69 diócesis, “Donde se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia de Cristo” (Concilio Vaticano II).
Las diócesis están divididas en Parroquias. Hay en España unas 22.000.
Existen 13.000 Órdenes y Congregaciones religiosas, 800 Monasterios de Clausura y miles de Hermandades, Cofradías, etc.
La Conferencia Episcopal Española es una “Institución permanente integrada por los Obispos de España, en comunión con el Romano Pontífice para el ejercicio conjunto de algunas funciones pastorales del Episcopado Español”. (Estatutos art. 1, 1), esto no quiere decir que sea una “gran diócesis” que abarque a las demás, cada una tiene su autonomía.
Existen otras Instituciones y Organismos Supradiocesanos como el Arzobispado Castrense, Universidades Pontificias, Universidades católicas, etc.
La nunciatura Apostólica es el Organismo que representa a la Santa Sede en España.
En total, existen unas 40.000 Instituciones eclesiásticas en España, compuestas por cientos de miles de personas que viven en comunión con la Iglesia y trabajan para hacer el bien a sus semejantes. Todas estas entidades operan con la autonomía que les reconoce la normativa canónica. No existe por tanto un único órgano de decisión, ni el ámbito organizativo ni en el económico.
La Iglesia está presente en los acontecimientos más importantes de la vida, acompañando a las personas que se acercan a Dios en los momentos más importantes de la existencia humana: en los felices (matrimonio, bautismo, confirmación) y también en los dolorosos (pecado, enfermedad, muerte). Por la Iglesia, el Dios del Amor, visible en Jesucristo, se acerca a cada uno para darle sentido y esperanza.
La Iglesia, como Pueblo de Dios, brinda a la sociedad valores permanentes que nos ayudan a crecer como personas y mejoran la convivencia entre los hombres: fe, defensa de los derechos humanos, fraternidad, dignidad de la persona, solidaridad, perdón, superación, esfuerzo, etc.
La Iglesia ayuda a los más necesitados de la sociedad: sin techo, familias rotas y desestructuradas, inmigrantes, ancianos, enfermos, etc.
Estas actividades son realizadas en su mayoría por personas que entregan su vida a los demás. Los sacerdotes y los agentes de pastoral, que están al servicio de la comunidad cristiana, desempeñan, una labor discreta y muchas veces ignorada que construye el bien común de la sociedad.
La Iglesia contribuye al desarrollo cultural y educativo de sus miembros, así como al crecimiento de la persona con múltiples iniciativas y centros de educación y enseñanza.
Los misioneros de la Iglesia Católica, repartidos por todo el mundo, predican el Evangelio de Jesucristo. Es precisamente la experiencia del Amor de Dios, que viven y predican, la que les lleva a reconocer en el prójimo el rostro de Cristo, de manera particular en los más necesitados.
A menudo reconocemos el testimonio heroico de misioneros que mantienen su compromiso con hombres y mujeres de zonas que viven situaciones de guerra y extrema dificultad: hambrunas, persecuciones, etc. y que, en ocasiones, ponen en peligro su vida por llevar a cabo su misión.
La vida de la Iglesia como comunidad cristiana da lugar a múltiples asociaciones y a un amplio voluntariado que promueve actividades sociales tanto de ámbito religioso (movimientos apostólicos y cofradías) como civil. Estas actividades contribuyen al bien común con su respuesta a las más variadas realidades y necesidades sociales.
La Iglesia a lo largo de la Historia ha creado un patrimonio cultural y artístico que configura la imagen de nuestras ciudades y pueblos y que es expresión de su fe. En sus diferentes planos de actuación, la Iglesia mantiene, restaura y sigue desarrollando y creando los necesarios e imprescindibles bienes muebles e inmuebles para el desarrollo de su actividad.
El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial, y esto en todas sus dimensiones: desde la comunidad local a la Iglesia particular, hasta abarcar a la Iglesia universal en su totalidad. También la Iglesia en cuanto comunidad ha de poner en práctica el amor. En consecuencia, el amor necesita también una organización, como presupuesto para un servicio comunitario ordenado. La Iglesia ha sido consciente de que esta tarea ha tenido una importancia constitutiva para ella desde sus comienzos: « Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían sus posesiones y bienes y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno» (Hch 2, 44-45). DCE 20
a) La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra. Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia.
b) La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario. Pero, al mismo tiempo, la caritas-agapé supera los confines de la Iglesia; la parábola del buen Samaritano sigue siendo el criterio de comportamiento y muestra la universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado encontrado «casualmente» (cf. Lc 10, 31), quienquiera que sea. DCE 25
Fuentes de financiación
Las aportaciones directas de los fieles: Es la principal fuente de financiación de la Iglesia. Existen distintas modalidades: colectas, donativos, legados, herencias, etc. Pero debemos destacar las suscripción periódica (mensual o semestral) como el modelo más deseable.
Actualmente representan alrededor del 75% de los recursos económicos de la Iglesia. Este 75% incluye el 5% de rendimientos del patrimonio y otro 20% de otras fuentes de financiación.
Asignación Tributaria: A partir de la Declaración de 2007 (a realizar en 2008), la Iglesia recibirá del Estado el 0,7% de la cuota íntegra de los contribuyentes que manifiesten su deseo de que ese porcentaje de sus impuestos se destine a la Iglesia Católica.
El resultado de la Asignación viene a ser el 25% del presupuesto.
Rendimientos del patrimonio eclesiástico: La Iglesia ha ido constituyendo un patrimonio estable que administra con criterios de prudencia, cumpliendo la voluntad de sus donantes, y del que obtiene rendimientos, alrededor del 5%, para acometer obras apostólicas.
Otras fuentes de financiación. Los ingresos por la realización de algunas actividades económicas, subvenciones a través de convocatorias públicas, etc., viene a representar un 20% del presupuesto de la Iglesia.
A raíz del acuerdo alcanzado entre el Estado y la Santa Sede en diciembre de 2006 el sostenimiento económico de la Iglesia Católica en España depende única y exclusivamente de los católicos y de quienes valoran la labor que desarrolla en nuestro país.
¡Colabora!