La película "Silencio", estrenada en Estados Unidos el pasado 23 de diciembre y en España el pasado día de Reyes (6 de enero), ha sido dirigida por Martin Scorsese, de 74 años, y está basada en la novela del escritor japonés Shūsaku Endō, publicada en 1966. Tanto la novela como la película, narran la persecución y el martirio que sufrieron los católicos en el Japón del siglo XVII: dos jesuitas, el P. Ferreira y el P. Rodrigues, son enviados a Japón tras tenerse conocimiento en Roma de la apostasía, en 1633, del misionero jesuita portugués Cristóvão Ferreira, interpretado por Liam Neeson. La película ha costado 46 millones de dólares y el equipo ha contado con 750 personas durante el rodaje, que se realizó en Taiwán.
En la novela, los jesuitas llegan a Japón para predicar el Evangelio, que no tiene buena acogida en una sociedad como la japonesa, tradicionalmente pragmática y materialista, y allí se enfrentan a la persecución, por lo que plantea preguntas como si merece la pena perseverar, cómo perdonar a los perseguidores o cómo resistir las torturas. El portugués P. Sebastião Rodrigues, enviado a Japón para consolar a los perseguidos y juzgar al jesuita apóstata, llegará, también él, a dudar de Jesucristo y a preguntarse por el silencio de Dios ante el sufrimiento de sus fieles.
El "silencio" que da título a la película es el supuesto silencio de Dios ante el martirio de los primeros católicos japoneses. Sin embargo, el P. Rodrigues oye la voz de Jesucristo que le pide apostatar pisando una representación de su rostro. Es significativo que, cuando lo hace, un gallo canta en la distancia, en clara referencia a la traición de Pedro; pero, en este caso, al contrario de lo narrado en los Evangelios, justificando la traición y la apostasía: los jesuitas que abjuran lo hacen por misericordia hacia los simples fieles que, por el contrario, están dispuestos a sacrificar su vida por fidelidad a Jesucristo. Tras la apostasía, el Estado proporcionaba a los sacerdotes apóstatas un nombre nuevo, una esposa japonesa y una vida cómoda. Así, el P. Ferreira y el P. Rodrigues se somenten a la sociedad japonesa de la época, en la que se les da un puesto de prestigio como recompensa por haber abjurado de Cristo.
El título, pues, llama a engaño, pues aunque se nos intente convencer del silencio de Dios ante el sufrimiento y el martirio de los pobres católicos japoneses y el dilema de los jesuitas entre apostatar o permitir ese sufrimiento, Jesús acaba hablando... ¡para pedir la apostasía! Dios calla ante el sufrimiento ajeno, pero habla al P. Rodrigues para perdirle que renuncie a su fe. Lo que se pedía a los jesuitas para probar su apostasía era pisar una imagen de Jesucristo, el cual le dice al jesuita: "Písame". O sea, que para animar a renegar de la fe sí habla. Sólo calla cuando sufres, pero habla para que caigas. Conclusión: es Dios quien incita a pecar y, por tanto, es el responsable del mal.
Pero, ¿cuál fue la realidad histórica? El catolicismo llegó a Japón de la mano de San Francisco Javier, jesuita, en 1549. En apenas sesenta años se logró la conversión de unos trescientos mil japoneses sin recurrir a la fuerza. Ochenta y seis señores feudales se bautizaron oficialmente, y muchos más simpatizaban con el cristianismo. Las primeras generaciones de conversos japoneses tuvieron que enfrentarse a diferentes persecuciones locales instigadas por ingleses y holandeses -protestantes-, por los monjes budistas o por la nobleza local, pese a lo cual hubo muchas conversiones en los primeros años. Pero, el 25 de julio de 1587, el gobernador Hideyoshi decretó el exilio de los jesuitas y a partir de 1600 pasó a ser una Iglesia clandestina, perseguida y que dio muchos mártires, aunque consiguió sobrevivir oculta durante los siguientes 250 años, hasta que las persecuciones, que tuvieron un alcance imperial, finalizaran en 1873. En el perído de persecución hubo 93 jesuitas mártires de la fe, de los que tres ya han sido canonizados -San Pablo Miki, San Juan de Goto y San Diego Kisai-, 37 han sido beatificados y los demás tienen abierta la causa de beatificación. Hasta 1908 los jesuitas no regresaron a Japón.
El sacerdote portugués Cristóvão Ferreira, que había quedado como superior de los jesuitas en Japón tras el martirio de sus predecesores, apostató tras cinco horas de tortura en la fosa de Nagasaki. Su apostasía la detalla el historiador jesuita Hubert Cieslik, experto en Japón, en un estudio realizado en 1974. El P. Ferreira tenía 53 años, era jesuita desde hacía 37 y había sido un misionero clandestino durante 19 años. Había vivido dos décadas de persecución y peligros. Era él quien enviaba a Europa la crónica de los martirios de sus feligreses y compañeros. Pero él cedió en tan sólo cinco horas. Por eso los historiadores hablan del "enigma Ferreira".
Cuando un sacerdote apostataba era liberado y asignado a un templo pagano japonés -sintoísta, budista o confucionista-, y se le obligaba a casarse con una mujer de la clase social más baja: la viuda de algún criminal ejecutado. Por supuesto, permanecía bajo vigilancia. A Ferreira le casaron con la viuda de un criminal extranjero ajusticiado y durante varios años vivió en la pobreza. Usaba nombre y ropas japonesas y se le asignó un templo budista. Después, las autoridades empezaron a contratarlo como traductor de español, portugués y latín en los interrogatorios y juicios de otros misioneros capturados. Más tarde tradujo obras de matemáticas y astronomía. Incluso se le atribuye el libro anticristiano "La superchería desvelada", un libelo propagandístico budista-confucionista escrito en japonés en 1636, que pretendía refutar la doctrina católica. Este panfleto, del que sólo existe una copia manuscrita, fue descubierto por un historiador en la década de 1920.
Novicios jesuitas de todo el mundo comenzaron a ofrecerse voluntarios para morir mártires allí donde la Compañía decidiese, para así expiar la apostasía de Ferreira. Además, al menos tres expediciones de jesuitas llegaron a Japón con el objetivo de traerle de nuevo a la Iglesia. La primera de ellas, comandada por Marcello Mastrilli, llegó en 1637. Mastrilli fue descubierto y torturado durante tres días en la fosa, para finalmente morir decapitado. El segundo grupo estuvo encabezado por Pedro Kibe, que llegó en 1639 y también fue descubierto, muriendo mártir en la fosa. El tercer grupo, el de Antonio Rubino, fue atrapado en 1642. A su juicio acudió el mismo Ferreira como traductor, nueve años desde que apostatara, quien, al parecer, animó a los jesuitas a apostatar para salvar su vida. Tras su muerte en 1650, el apóstata Ferreira fue sepultado en el templo budista de Zuirinji, en Tokio, en una tumba en cuya lápida aún puede leerse su nombre budista: Chuan Joko Sensei.
En el juicio a Rubino y sus compañeros -en el que estuvo Ferreira- las autoridades insistían en que los católicos japoneses, generalmente gente sencilla, sufrían torturas por culpa del fanatismo -las creencias católicas- que los jesuitas, extranjeros, les habían imculcado. Evidentemente, es injusto presentar al apóstata Ferreira como un creyente "razonable" y a los jesuitas mártires que viajaron hasta allí para intentar salvar su alma, arriesgando sus propias vidas, como fanáticos. Igualmente, es impío sugerir la salvación del alma de un sacerdote que renuncia a Cristo por salvar la vida terrena de otros fieles que no están dispuestos a renegar de Él aunque les maten. Y más impío aún plantear que, aunque no salvaran sus almas, a los jesuitas apóstatas les merecía la pena condenarse eternamente para así salvar a sus feligreses.
Como dice S. E. Mons. Robert Barron, obispo auxiliar de la Archidiócesis de Los Ángeles, que ha hecho una crítica de la película, lo que ésta difunde está al servicio de la élite cultural de hoy, bastante similar a la élite cultural japonesa que aparece en la película, que prefiere a los cristianos vacilantes, inseguros, divididos y ansiosos por privatizar su religión, y están dispuestos a desechar a las personas apasionadamente religiosas tildándolas de peligrosas, violentas y, seamos realistas, no tan brillantes. Es justamente la clase de cristianismo que le gusta a la cultura dominante: totalmente privatizado, escondido, inofensivo.
Martín Scorsese ha tardado veinte años en materializar este proyecto. Pero es justo ahora, en pleno papado de un jesuita, cuando por fin ha logrado hacerlo realidad. Y no es casualidad que los jesuitas se haya implicado en esta película. La Compañía de Jesús está detrás del asesoramiento al director, a los actores y de la promoción de la película. "Silencio" se proyectó hace casi dos meses en el Pontificio Instituto Oriental de Roma ante 400 jesuitas, que calificaron la película como "obra maestra, excelente, cargada de espiritualidad y profundidad".
Veamos por qué:
- El jesuita estadounidense James Martin fue asesor del director durante todo el rodaje. Para él, la película es una obra maestra.
- La supervisión de las escenas religiosas y la preparación de los actores corrió a cargo del jesuita español Alberto Núñez.
- Durante el rodaje estuvieron presentes otros dos jesuitas: el estadounidense Jerry Martinson y el italiano Emilio Zanetti.
- El departamento de prensa de la Compañía de Jesús en España ha elaborado el extenso dosier de prensa -elogioso, naturalmente-.
- El nefando jesuita Antonio Spadaro, director de "La Civiltà Cattolica", no ha escatimado medios para promocionar la película, incluyendo una larga entrevista a Martin Scorsese -de 22 páginas- en su último número.
- Hay varias páginas web jesuitas -que obviamente no pienso enlazar- que publican artículos elogiosos de la película y su "espiritualidad".
- Asimismo, los jesuitas están difundiendo vídeos sobre la película, como el del P. Adolfo Nicolás, ex Superior General de la Compañía de Jesús hasta el año pasado, o la entrevista al jesuita James Martín, mencionado más arriba.
Hasta el Papa Francisco recibió en audiencia privada a Scorsese el pasado 30 de noviembre de 2016, a las 8.45 (antes de la Audiencia general), en el Palacio Apostólico -no hay que olvidar que Martin Scorsese fue el director de la escandalosa y blasfema película "La última tentación de Cristo" (1988). Según un periodista de Variety que asistió al pase privado de la película en el Vaticano, "la audiencia papal privada reunida en el Palacio Apostólico dio el martes, a través de la prensa oficial vaticana, una clara muestra de apoyo a "Silencio", proyecto pasión de Scorsese". La verdad, llama la atención que la apostasía sea celebrada en el Vaticano.
Dos jesuitas españoles misioneros en Japón han sido Padres Generales de la Compañía de Jesús: el P. Arrupe (1965-1985) y el P. Adolfo Nicolás (2008-2016). Como también tiene en aquel país su base de operaciones el infame jesuita apóstata Juan Masiá, que el mes pasado -diciembre de 2016- negó la virginidad de la Santísima Virgen María en un libelo publicado en Herejía Digital -que tampoco pienso enlazar-: es coadjutor de la parroquia de Rokko, en Kōbe (Japón) e imparte clases de Bioética en la Universidad Católica Santo Tomás de la diócesis de Osakaes; además es consiliario de la Asociación de Médicos Católicos de Japón, colaborador en comisiones de Bioética de la Conferencia Episcopal Japonesa, colaborador de la Comisión Católica de Justicia y Paz en Tokio, así como de la sección japonesa de la Conferencia Mundial de Religiones por la Paz.
Como ya he señalado más arriba, "La Civiltà Cattolica" ha hecho un gran despliegue para promocionar esta película, incluyendo una reseña de la novela de Endō escrita por el jesuita Ferdinando Castelli en 1973, y publicada de nuevo íntegramente. Además, en el último número de la revista hay un artículo sobre lo que debería ser hoy "la misión en el Japón secularizado", en el que el autor, el jesuita japonés Shun'ichi Takayanagi, considera que es obligatorio realizar "un cambio de paradigma respecto al concepto de misión y a los modos de ejercerla". ¿Será porque el proselitismo es "pecado", como asegura el Papa Francisco, también jesuita? Según Takayanagi, intentar como objetivo el lograr que la gente se bautice, hoy "ya no es posible" y debe ser cambiado por completo. ¿El motivo? Porque "nuestro tiempo está caracterizado por un rápido progreso de la cultura material y por un elevado nivel de vida. El diálogo debe profundizar nuestra concepción de las otras religiones".
Según "La Civiltà Cattolica", el "anticuado" concepto de misión, es decir, "hacer proselitismo y proporcionar conversos a la Iglesia", debe ser sustituido por el "diálogo". Sobre todo en un país como Japón, en el que es normal "ir a un santuario sintoísta y participar en las fiestas budistas y, también, en una liturgia cristiana en Navidad", sin esa "extraña obligación de seguir un determinado credo religioso" y "en una atmósfera cultural vagamente no monoteísta". Takayanagi subraya que los japoneses, aunque están muy abiertos al pluralismo religioso, "se quedan turbados ante ese episodio brutal que puede ser atribuido a raíces religiosas", islámicas pero no sólo -acusación velada de que el cristianismo es criminal y se impone por la fuerza, comparándolo con los terroristas islámicos-.
Takayanagi continúa: "Ciertamente, la religión puede hacer crecer y madurar a los hombres, pero en casos extremos la pertenencia a una religión también puede pervertir la naturaleza humana. ¿Es capaz el cristianismo de impedir el fanatismo y esta especie de perversión? Ésta es para nosotros una pregunta acuciante, que debemos plantearnos en el ejercicio de nuestra actividad misionera. La historia pasada del cristianismo, a este respecto, no es ciertamente intachable [...] En concreto, algunos intelectuales japoneses, aunque de manera vaga y casi inconsciente e inspirándose a la cultura politeísta japonesa, empiezan a preguntarse si las religiones monoteístas pueden mostrarse, en última instancia, verdaderamente tolerantes hacia los miembros de otras religiones [...] Estos intelectuales consideran que el terreno cultural politeísta del sintoísmo japonés puede asegurar un enfoque suave hacia las otras religiones".
El pasado 4 de enero se publicaron amplios pasajes de este artículo de "La Civiltà Cattolica" y en "L'Osservatore Romano" -ya en otras ocasiones "L'Osservatore Romano" ha hecho apología de un paradigma de misión cuyo fin es la "común exigencia humana de valores religiosos", como el que propugna ahora la revista dirigida por Antonio Spadaro-. En resumen, y como señala Sandro Magister, es tiempo de "silencio" también para las misiones católicas. A pesar del decreto "Ad gentes" del Concilio Vaticano II, de la exhortación apostólica "Evangelii nuntiandi" del beato Pablo VI y de la encíclica "Redemptoris missio" de San Juan Pablo II.
La revista Ecclesia recoge las palabras del jesuita James Martin, para quien Scorsese es "muy religioso, muy católico", y que "cuando la he visto por primera vez he llorado: es una gran historia, una gran película". Por lo visto, el director se puso en contacto con él en 2014 para pedirle asesoramiento porque quería entender a los jesuitas -cosa extraña y bastante difícil de creer, porque el mismo Scorsese fue seminarista jesuita: fue novicio jesuita un año en el pequeño seminario del Cathedral College en Nueva York-.
Para "L'Osservatore Romano", donde se publicó la reseña de Ecclesia el 3 de diciembre de 2016, esta película es, en definitiva, una "reflexión sobre la dificultad del discernimiento y de las elecciones que hay que tomar en la propia vida, 'también cuando no está tan claro qué hacer', según explica Martin: 'Por eso veo en la película un mensaje hacia la Iglesia de hoy, con una espiritualidad fuerte, que inspira la fe en Dios'".
Es sospechoso que la novela de Shūsaku Endō se difundiera tanto en los años 60, mientras que las historias de autores cristianos japoneses que muestran ejemplos de mártires constantes no se hayan difundido. Las novelas sobre la fe no son populares entre los editores occidentales, se ha argumentado. Las de apostasía, por lo visto, sí.
El dosier de prensa de los jesuitas explica los hechos históricos y asegura que según "algunas fuentes los padres Chiara y Ferreira recusaron después su apostasía; Ferreira murió por defender la fe en un segundo martirio y Chiara acabó sus días en una inhumana celda de castigo". Lo que no explica el dosier es cuáles son esas nada fiables fuentes que mencionan.
Pero, ¿en qué consiste la impiedad de esta película? Pues, por un lado, en la justificación y disculpa de la apostasía, que se presenta no sólo como aceptable, sino incluso como compatible con la fe. Y, por otro, en que quienes apostatan son sacerdotes, lo cual es más grave, si cabe. Es malvado presentar como "misericordiosos" a quienes niegan a Cristo y como virtud la debilidad de los apóstatas, en lugar de presentar como modelo a quienes resisten el martirio por amor a Él y como virtud su fortaleza en la fe. De esta forma, predisponen al espectador a justificar su propia apostasía llegado el caso, pues lo importante para la sociedad actual es evitar el sufrimiento en esta vida a cualquier precio. Es, llanamente, un rechazo de la cruz, escándalo para los judíos y necedad para los gentiles, como dice la primera Carta a los Corintios (I Cor 1,23-24). Además, pone en duda verdades de fe, intenta enmendar la plana al mismo Jesucristo y contradice la Verdad revelada contenida en los Santos Evangelios. El martirio es presentado como algo malo, a evitar, contradiciendo así el punto 2473 del Catecismo de la Iglesia Católica -para los católicos, salvar la efímera vida terrena apostatando supone perder la Vida eterna, que quien muere mártir tiene asegurada-.
También subyace el mensaje de que el budismo y el cristianismo en el fondo son lo mismo, y que todos los credos son iguales. Naturalmente, esto contradice el mandato de Cristo: "Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado" (Mt 28,19-20). Si todas las religiones son igualmente válidas, ¿para qué la evangelización, las misiones y el proselitismo de la Iglesia? Antonio Spadaro lo tiene claro: para él no tienen sentido. Además, en la película queda claro que el cristianismo no puede cuajar en Japón, aunque eso contradiga las palabras del Señor mecionadas antes. Los malos de la película son quienes se obstinan en su fe, que podrían haberse evitado el sufrimiento siendo razonables y renunciando a la misma. Los ganadores, en cambio, son los perseguidores, tanto por la apostasía de los jesuitas, como por la eliminación casi completa del catolicismo en Japón. Los católicos son, claramente, los perdedores de la película, tanto los apóstatas, como los mártires.
Paul Elie en su artículo del New York Times, dice que "como en la novela, la película pone en cuestión la idea misma del martirio cristiano, al proponer que hay casos en que el martirio -que el creyente se agarre a Cristo hasta el terrible final- no es santo, ni siquiera correcto". Paul Elie cree que Scorsese está intentando decir lo mismo que cuando estalló la polémica con "La última tentación de Cristo": Scorsese se creía con derecho a hacer algo "blasfemo" -una escena de sexo de Cristo y María Magdalena- porque tenía una buena intención: mostrar el lado humano de Cristo, mostrar fe y amor por esta dimensión de Cristo. Un acto "malo" para lograr un fin "bueno", algo totalmente condenado por la tradición cristiana, que sostiene que el fin no justifica los medios.
Piden a los cristianos apostatar pisando el "fumie", una imagen de metal de Cristo y la Virgen. Al final, en la novela, el jesuita pisará el "fumie", y lo hará por salvar a sus feligreses, por el amor a los fieles: sentirá que él se pierde, pero salva a otros. Eso se presenta como algo sacrificial, cristiano. Sin embargo, el padre Rodrigues arrastrará, bajo el nombre de Okada Sanemon, una vida humillada e insulsa, una vida anónima y sin entusiasmo, en apariencia alejada de la fe. Según Paul Elie, la opción de Ferreira, una fe interna, disimulada, camuflada, que pacta con el poder, es una forma de inculturación, eficaz y aceptable.
Visto lo visto, no sorprende que uno de los protagonistas de la película sea el actor anticatólico y pro-abortista Liam Neeson, cuyos ataques a la Iglesia Católica y la promoción del aborto en su país natal, Irlanda, fueron públicos y notorios hace poco más de un año (ver aquí). Además, el director de la película ha declarado que el personaje más interesante es, en su opinión, Kichijiro, el traidor o Judas -figura ésta, la del apóstol que traicionó a Cristo, sorprendentemente reivindicada por el propio Papa Francisco como una "pobrecita" víctima arrepentida-.
Esta película, además de ser más larga que un día sin pan, es, en definitiva, una película anticatólica y una auténtica ofensa a los católicos, a la Iglesia y a Cristo mismo -de cuyo mensaje se hace una enmienda a la totalidad-, así como una plataforma para promocionar sibilinamente y justificar lo injustificable: la apostasía y la sumisión al poder terrenal de turno para evitar el sufrimiento. Con estas virtudes, no sería raro que le cayera algún Óscar -o más de uno-. Nada recomendable, pues -pese a lo que digan ciertos escritores cursis y redichos que son -eso se creen ellos- más listos y cultos que nadie -y muchísimo más católicos, naturalmente-.
Esta película, además de ser más larga que un día sin pan, es, en definitiva, una película anticatólica y una auténtica ofensa a los católicos, a la Iglesia y a Cristo mismo -de cuyo mensaje se hace una enmienda a la totalidad-, así como una plataforma para promocionar sibilinamente y justificar lo injustificable: la apostasía y la sumisión al poder terrenal de turno para evitar el sufrimiento. Con estas virtudes, no sería raro que le cayera algún Óscar -o más de uno-. Nada recomendable, pues -pese a lo que digan ciertos escritores cursis y redichos que son -eso se creen ellos- más listos y cultos que nadie -y muchísimo más católicos, naturalmente-.
Le felicito, Catholicvs, por el magnífico informe -mucho más que un articulo-entrada-.
ResponderEliminarLa pelicula es una infamia y la actitud de la jerarquía eclesiástica una traición. A mi me vienen a los oídos las palabras de Nuestro Señor: No os elegí Yo a los Doce? Pues uno de vosotros es un Diablo. Aunque yo me reservo mi opinión particular sobre este elegido, opinión de la que sólo le hablo a Dios.
Esto es ya intolerable, capaz de desanimar al más fuerte, al más intrépido cristiano.
Algun sitio católico ha tenido la desfachatez de reproducir las palabras del indigno jesuita español. Usted, Catholicvs, se honra a sí mismo no remitiendo a esta miseria humana. Aunque la Santísima Virgen siempre está pronta a perdonar, Dios no tolera los insultos a Su Madre y Madre nuestra.
El próximo dia 6 de febrero la Iglesia celebra la Fiesta de los 26 Mártires de Nagasaki, ente ellos tres niños que al morir crucificados entonaron el Laudate pueri Dominum. Esto, recuerdo, hacía emocionar al Papa Juan Pablo II. Hará rectificar a Francisco y a todos estos miserables, que abusan de la Misericordia de Dios?
P.S. Parece ser que el Estado Vaticano ha emitido una serie filatélica honrando la rebelión de Martín Lutero.
El artículo tiene un error: Scorsese no fue novicio jesuita ni tuvo relación con esa Orden. Entró en el Seminario con la intención de ser misionero de Markynoll.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Teresa, pero me temo que quien está en un error es usted: ha sido el propio Martin Scorsese quien ha dicho que fue novicio jesuita, y también la propia Compañía de Jesús. No sé de dónde se habrá sacado lo contrario, pero sería extraño que "The New York Times", la Compañía de Jesús, y el mismo Martin Scorsese mientan sobre ese dato.
EliminarEn todos estos casos dicen que Scorsese fue "novicio jesuita" (literalmente). Digo yo que tanto él como los jesuitas sabrán algo de eso, ¿no cree? Puede leerlo usted misma en este artículo, donde cuentan la anécdota de que Scorsese dio al actor Andrew Garfield, uno de los protagonistas de la película, un crucifijo que le habían regalado mientras era "novicio jesuita":
"Before [Andrew] Garfield left for Taiwan, Martin [Scorsese] gave him a cross he had received as a gift while a Jesuit novice" (Antes de que Garfield partiera para Taiwan, Martin le dio una cruz que había recibido como regalo mientras [fue] novicio jesuita).
https://www.nytimes.com/2016/11/27/magazine/the-passion-of-martin-scorsese.html?_r=0
Lo vuelve a referir la página oficial de los jesuitas en Reino Unido:
http://www.jesuit.org.uk/actors-prepare-st-beunos-dramatic-missionary-roles
Y tamnbién recoge las propias palabras de Scorsese otra página jesuita, "The Jesuit Post", en la que dice:
"I gave him a little cross that my novice director had given me for my Long Experiment" (Le di una pequeña cruz que mi director de noviciado me dio para mi Largo Experimiento)
https://thejesuitpost.org/2016/12/the-making-of-silence-part-ii/
Nota: El 'Largo Experimiento' es una de las etapas de formación de los novicios de la Compañía de Jesús. Es una tarea o misión de 4 ó 5 meses que se asigna a los novicios jesuitas y que termina en el segundo año de seminario. Durante este tiempo, los novicios son enviados a vivir y trabajar en comunidades jesuíticas en un ambiente diferente al suyo, con el objetivo de que el novicio viva las realidades de la misión jesuítica.
No sé si por algún problema técnico no se grabó el mensaje que le mandé ayer. Cualquiera que lea detenidamente los textos en los que Vd. se apoya para decir que Scorsese fue novicio jesuita entenderá que a quien se están refiriendo es a James Martin SJ, que dio al actor Andrew Garfield su cruz de novicio.
Eliminar"Fr James Martin has also praised Andrew Garfield’s portrayal of a Jesuit missionary in the 17th century. Before he left for Taiwan, Martin gave him a cross he had received as a gift while a Jesuit novice", como dice la página de los jesuitas de Reino Unido.
Además, ¿desde cuándo un novicio jesuita se va a un seminario arzobispal? Vd. dice en este blog "fue novicio jesuita un año en el pequeño seminario del Cathedral College en Nueva York".
Pero es muy posible que siga Vd. "erre que erre" con tal de que no le desmonten su bonita teoría sobre el pasado jesuita de Scorsese. Yo ya me retiro, porque me temo que intentar argumentar con usted "it's like water off a duck's back".
Teresa: tiene usted razón en lo de la anécdota de la cruz dada al actor Andrew Gardfield; al poner únicamente "Martin" lo tomé como que se refería a "Martin" Scorsese, así que le pido disculpas por lo dicho en lo referente a esta anécdota.
EliminarPero eso no cambia el resto de lo que he escrito, ni es cierta su afirmación de que Martin Scorsese no tuviera ninguna relación con la Compañía de Jesús. Como he dicho, quiso ser sacerdote jesuita y durante un año fue al seminario jesuita situado en el Upper West Side de Nueva York que ya he señalado, que antes era el "Jesuit Seminary Cathedral College" y actualmente el "Cathedral Preparatory Seminary". Lo puede ver también -porque puede encontrarse el dato en muchas otras páginas web- en este enlace de la CNN, en la que no se menciona siquiera a James Martin, el otro jesuita que ha provocado la confusión:
http://edition.cnn.com/2014/01/22/us/martin-scorsese-fast-facts/
Es, pues, contradictorio que usted, por un lado, diga que Scorsese no "tuvo relación con esa Orden" (eso ha escrito literalmente), y que a continuación afirme que "entró en el Seminario con la intención de ser misionero" (como también ha escrito literalmente). ¿Cómo es posible no tener relación con los jesuitas asistiendo durante un año a un seminario jesuita?
En cualquier caso, aunque Martin Scorsese jamás hubiera tenido contacto con los jesuitas -que no es el caso-, ¿cambia éso el resto de lo escrito en esta entrada? ¿De dónde ha deducido que el tema principal sea la relación o no de Scorsese con los jesuitas? Eso es un detalle anecdótico que no cambia nada de lo escrito. Por lo cual, no se entiende muy bien el resquemor que transluce su último párrafo.
Gracias por sus comentarios, de todas formas.
Un saludo
Que no, que Scorsese nunca fue novicio jesuita. Ese "seminario jesuita" al que Vd. alude solo lo citan la CNN y otra página que replica la noticia de la CNN, medio que suele patinar mucho al hablar de catolicismo. No aparece en ninguna otra fuente de internet. Si Vd. la encuentra, por favor, indíquemela.
EliminarBusque la historia de los seminarios preparatorios y de los seminarios mayores de la Diócesis de Brooklyn (a la que pertenece Queens, donde vivía Scorsese) y de la Archidiócesis de Nueva York, de la que Brooklyn es sufragánea, y verá cómo no los llevaban los jesuitas. Con una excepción: de 1841 a 1864 los jesuitas sí llevaron el seminario mayor de Nueva York, pues esos años se vinculó a Fordham, como explican la Catholic Encyclopedia (cita más abajo) y el libro “Fordham, a History of the Jesuit University of New York, 1841-2003”. Fordham Press, 2016
Fuentes: http://www.cathedralprep.org/aboutus/our-history/
http://archnyarchives.org/2015/07/27/cathedral-college-collection/
Busque también en la Catholic Encyclopedia: http://www.newadvent.org/cathen/11020a.htm
http://www.newadvent.org/cathen/02798d.htm
Y la entrevista en la que Scorsese explica a James Martin SJ sus escasos contactos con los jesuitas: http://www.americamagazine.org/issue/full-transcript-interview-martin-scorsese
"As viewers will realize, it’s a very Jesuit movie. He’s free as a Jesuit to make this choice. Did you know much about the Jesuit history or Jesuit spirituality before “Silence”? No. I mean, I did to a certain extent, but don’t forget I’m, you know, a “Street Catholic.”Right. [Mine were] diocesan priests. In the middle of gang fights, the priests saying, “Stop that, you kids!” Right. Right. Yeah.My friends, some of them, went to Xavier College, and some, I couldn’t get in, went to Fordham. [There were] a number of other places. A number of my friends who were able to, with their grades and their minds, have that education. My grades weren't very good at that time because of the mess I made at the preparatory seminary. It took about two to three years at Hayes to at least try to take the work seriously, anyway. When I got to Washington Square College, which was NYU at the time—it doesn’t exist anymore; it was a small college in the Village—it was interesting, because they really didn’t care if you studied. It was up to you. You don’t want to come in? Don’t come in. Then I realized, “Well, there’s something here,” and there were some interesting religion courses. One, taught by a Jesuit, I forget his name, who wrote a book called The Two-Edged Sword [John L. McKenzie, SJ, a biblical scholar.] Okay.”
Teresa: antes ya le he dicho que es anecdótico y no varía nada de lo que trata esta entrada sobre la película si Scorsese fue a un seminario jesuita o no. Que fue a un seminario, no lo dice sólo la CNN; lo puede encontrar en cientos de páginas de Internet. Pero es que, además, yo no tomé la información de la CNN cuando escribí esta entrada. Además de la CNN, Aciprensa dice que fue "novicio jesuita", lo dice "The New York Times", lo dice "Catholic.net", lo dice "ReL"... Como usted comprenderá, yo no he hablado personalmente con Scorsese para que me lo confirme. Si para usted todos esos medios se equivocan y no son fiables, es muy libre para pensarlo. Desde luego, quien no se ha inventado la información he sido yo. Así que, sea cierto o no que Scorsese fuera a un seminario jesuita o a uno diocesano, el error no sería mío en ningún caso.
EliminarAdemás, sobre los seminarios de Nueva York, también está en un error: "...verá como no los llevaban los jesuitas", dice usted. No hace falta que se remonte hasta el siglo XIX para demostrar tal cosa, porque, además, no se ajusta a la realidad: en la Archidiócesis de Nueva York ha habido, por lo menos, dos seminarios que sí llevaban los jesuitas en la época en la que Scorsese asistió al seminario:
1) El "Loyola Jesuit Seminary" en Shrub Oak, que funcionó entre 1955 y 1973;
y 2) el "St. Andrew-on-Hudson Major Seminary" en Hyde Park, que estuvo abierto hasta 1968.
En cualquier caso, piense que yo no soy fuente primaria de la información sobre el "noviciado jesuita" de Scorsese. Así que, si fuera un error, no sería mío, sino que lo recogen muchas agencias y páginas de noticias. Y, como ya le he dicho antes, esta anécdota no tiene absolutamente nada que ver con el tema principal de esta entrada. Lo importante de la película "Silencio" no es si en Nueva York había seminarios de los jesuitas o no -que sí los había-, ni si Scorsese fue a uno de ellos o a un seminario diocesano.
Le agradezco el esfuerzo para aclarar este asunto, pero, de verdad: no es tan importante, ni afecta a lo relatado en esta entrada.
Un saludo.
Que nos podíamos esperar de una película se Scorsese, Con su película de la última tentación de Cristo debió ser excomulgado y por el contrario lo recibe el apóstata Fransisco. Quizo hacerle la competencia a la película de the Mission de Roland Joffe pero nada que ver .
ResponderEliminarSaludos cordiales
No he visto la película pero si leido la novela de Endo. La figura de Ferreira es el motor que desencadena la historia y lleva a Rodrigues a pisar la imagen de Jesús. Lo que explora Endo en su novela no es la figura de Judas con Kichijiro, si no la negación de Pedro. ¿Acaso no negó este tres veces a Jesús antes de que cantase el gallo? La novela no es ningún caso una apología de la apostasía, pues Rodrigues no renuncia a su fe (cosa que es clara en el caso de Ferreira).
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