El obispo emérito de Syros, Santorini y Creta, Mons. Franghískos Papamanólis, O.F.M. Cap. (junto al Papa Francisco en la foto que abre esta entrada), actual presidente de la Conferencia Episcopal Griega, ha hecho público un libelo -él lo califica de "carta abierta"- acusando, literalmente, de herejía, apostasía, escándalo y de cometer sacrilegio en el sacramento de la Penitencia y de la Eucarstía, a los Cardenales Caffarra, Meisner, Burke y Brandmüller, por presentar al Papa sus "dubia" sobre la exhortación "Amoris Laetitia" y hacer público el documento.
En su carta afirma que antes de presentar sus "dubia" los cuatro deberían haber renunciado al capelo cardenalicio; pero no explica en qué se basa para decir tal cosa, pues, en realidad, no cuenta con el apoyo ni del Derecho Canónico, ni de la Tradición de la Iglesia para sostenerlo.
Les acusa de causar escándalo, cuando a lo único que se han limitado es a pedirle al Papa, de la manera más comedida y respetuosa, que aclare los puntos confusos de la Exhortación, sobre los cuales no ha dejado de haber polémica e interpretaciones contradictorias desde el momento en que se publicó, incluso contrarias a la Doctrina, Tradición y Magisterio bimilenario de la Iglesia, por parte de no pocos sacerdotes, obispos y hasta cardenales, quienes han causado, ésos sí, escándalo entre los fieles católicos.
Llama poderosamente la atención el hecho de que Mons. Papamanólis reproche a los cuatro cardenales, falsamente, que no escribieran al Papa privadamente, cosa que sí hicieron, como ellos mismos explican en la propia carta en la que exponen sus "dubia" (texto íntegro en español aquí), que sólo dieron a conocer públicamente después de no recibir respuesta durante dos meses -y eso a pesar de que el documento que ha motivado dichas preguntas, así como las gravísimas repercusiones que pueda tener para la fe de la Iglesia, es público, así como la confusión generada por el mismo-.
También sorprende que les acuse de ofender gravemente al Papa con sus palabras. Si alguien lee las preguntas efectuadas por los cuatro cardenales no verá nada que sostenga esta otra falsa acusación. De hecho, son totalmente respetuosas, y se han presentado en la forma habitual: las "dubia" son consultas -sobre doctrina, moral, liturgia, Derecho Canónico, etc.- que se hacen a la Santa Sede continuamente para aclarar éso: dudas; y se presentan de tal manera que permiten responder con un "sí" o un "no", de acuerdo con el mandato del Señor: "Sea vuestra palabra: Sí, sí; no, no; todo lo que pasa de ésto, procede del Maligno" (Mt 5,37).
Haciendo gala de una falsa misericordia, rayana en la hipocresía, Mons. Papamanólis les acusa igualmente de juzgar con sus palabras a quienes piensan distinto a ellos. Esta afirmación, además de falsa, incurre justo en aquello que critica: juzga a los cardenales y, además, lo hace de manera temeraria, injusta y les condena por defender la Doctrina, Tradición y Magisterio de la Iglesia.
Lo más escandaloso, sin duda, es su gravísima acusación de que han cometido un pecado de herejía y puede que de apostasía. Incurriendo en lo mismo que él critica, se atreve a juzgar y acusar a estos cuatro cardenales, infundadamente, de ser pecadores, herejes y hasta de apostasía ¡Casi nada! En todo caso, incurriría en herejía o apostasía quien renunciase a la fe católica o sostuviera algo contrario a sus dogmas, no quien los defiende, que sólo se ha limitado a pedir al Papa que aclare ciertos puntos confusos del documento, preguntando además si aún es válido en Magisterio de San Juan Pablo II, que está de acuerdo con la Tradición y Magisterio bimilenario de la Iglesia. Con esta acusación, quizás también esté insinuando que considera hereje o apóstata a San Juan Pablo II, a quien los cardenales citan, por haber sostenido la Doctrina de la Iglesia.
En el colmo del paroxismo, este obispo indigno no tiene otra ocurrencia que decir que, a pesar de los pecados -imaginarios- que les achaca, supone que comulgarán mientras se hacen los escandalizados de que los adúlteros también comulguen. Vamos, que les acusa de comulgar sacrílegamente, en pecado mortal, y fingir escándalo. Además de que su acusación y sentencia condenatoria es una completa falsedad, aunque fuera cierta -que no lo es-, seguiría sin cambiar la Doctrina de la Iglesia: los adúlteros no pueden comulgar, y, si lo hacen, así como aquellos que lo defienden, son quienes producen escándalo, además de hacerse reos de los solemnes anatemas a los que condena el Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento, que es dogmático, a quienes sostengan algo contrario a lo que éste estableció de forma infalible sobre la Santísma Eucaristía y las disposiciones necesarias para recibirla:
"Mas si alguno pretendiere enseñar, predicar o pertinazmente afirmar, o también públicamente disputando defender lo contrario, por el mismo hecho quede excomulgado".
[cf. *1647]. (Denzinger-Hünermann 1661. Julio III, Concilio de Trento, XIII sesión, 11 de octubre de 1551. Decreto sobre el Sacramento de la Eucaristía).
A lo anteriormente dicho, no se puede argumentar que haya adúlteros que no pequen gravemente, ya que objetivamente el adulterio es pecado mortal siempre, sin excepciones y en todas las circunstancias, según lo establece el propio Catecismo de la Iglesia Católica, así como todo el precedente e irreformable Magisterio de la Iglesia, comenzando por lo establecido por San Juan Pablo II al respecto.
Otro ejemplo más de cómo, además de hacer el ridículo, se puede llevar a la práctica el dicho "consejos vendo, que para mí no tengo", es su afirmación -de nuevo falsa- de que estos cardenales han acusado al Papa Francisco de herejía. ¿Dónde? ¿Cuándo? Desde luego, si alguna vez lo han hecho, el único que se ha debido de enterar ha sido él, quien, sin embargo, es el único que acusa de herejía a otros, sin demostrarlo.
Cabe recordar que este obispo fue invitado personalmente por el Papa Francisco a asistir al pasado Sínodo Extraordinario de la Familia, y que, además de no responder con sus acusaciones ninguno de los argumentos de estos cuatro cardenales, demuestra su animadversión personal por al menos uno de ellos, por -supuestamente- haberle "malinterpretado" -según sus propias palabras- durante su intervención en el susodicho Sínodo, cuando afirmó que "pecar no es fácil", y comentarlo con otros obispos.
Aquí transcribo, íntegramente en español, el libelo hecho público por este obispo (la negrita es mía):
Carta abierta a los Cuatro Cardenales
De: Franghískos PapamanólisSyros (Grecia), 20 de noviembre 2016
Queridos hermanos en el episcopado:
Mi fe en nuestro Dios me dice que Él no puede no amarles. Con la sinceridad que sale de mi corazón les llamo «hermanos queridísimos». También llegó a Grecia el documento que entregaron a la Congregación para la Doctrina de la Fe y que fue publicado el lunes pasado por el sitio de «L’Espresso».
Antes de publicar el documento y antes aún de haberlo redactado, ustedes deberían haberse presentado al Santo Padre y pedirle que les sacara del Colegio Cardenalicio. Además, ustedes no habrían debido usar el título de «cardenal» para dar prestigio a lo que escribieron, y esto por coherencia con su conciencia y para aligerar el escándalo que han dado al escribir personalmente.
Ustedes escribieron que están «profundamente preocupados por el verdadero bien de las almas» e, indirectamente, acusaron al Santo Padre Francisco «de hacer que progrese en la Iglesia cierta forma de política». Pidieron que nadie les juzgara «injustamente». Injustamente les juzgaría quien dijere lo contrario de lo que ustedes escribieron explícitamente. Las palabras que utilizan tienen su significado. El hecho de que ustedes hayan esgrimido el título de cardenales no cambia el sentido de las palabras gravemente ofensivas para el obispo de Roma.
Si ustedes están «profundamente preocupados por el verdadero bien de las almas» y si les mueve «apasionada preocupación por el bien de los fieles», yo, queridísimos hermanos, estoy «profundamente preocupado por el bien de las almas de ustedes», por su doble y gravísimo pecado:
— el pecado de herejía (¿y de apostasía? De hecho, así comienzan los cismas en la Iglesia). Del documento que publicaron se deduce claramente que, en práctica, ustedes no creen en la suprema autoridad magisterial del Papa, reforzada por dos Sínodos de los obispos de todo el mundo. Se ve que el Espíritu Santo solo les inspira a ustedes y no al vicario de Cristo ni a los obispos reunidos en Sínodo;
— y mucho más grave, el pecado del escándalo, dado públicamente al pueblo cristiano en todo el mundo. Al respecto, Jesús dijo: «¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Es inevitable que existan pero ¡ay de aquel que los causa!» (Mateo, 18, 7). «Pero si alguien escandaliza a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar» (Mateo, 18, 6).
Movido por la caridad de Cristo, rezo por ustedes. Le pido al Señor que los ilumine para aceptar con simplicidad de corazón la enseñanza magisterial del Santo Padre Francisco.
Me temo que sus categorías mentales encontrarán argumentos sofisticados para justificar la manera en la que han actuado, por lo que ni siquiera considerarán pecado acudir al sacramento de la penitencia, y que seguirán celebrando cada día la santa misa y recibiendo el sacramento de la eucaristía sacrílegamente, mientras se hacen los escandalizados si, en casos específicos, un divorciado que se ha vuelto a casar recibe la eucaristía, y osan acusar de herejía al Santo Padre Francisco.
Sepan que yo participé en los dos Sínodos de los obispos sobre la familia y escuché las intervenciones que ustedes pronunciaron. También escuché los comentarios que uno de ustedes hacía, durante una de las pausas, sobre una afirmación de mi intervención en el Aula sinodal, cuando declaré: «pecar no es fácil». Este hermano (uno de ustedes cuatro), hablando con sus interlocutores, cambiaba mis afirmaciones y ponía en mi boca palabras que nunca había pronunciado. Además, otorgaba a mis declaraciones una interpretación que no se podía relacionar de ninguna manera con lo que había afirmado.
Queridísimos hermanos, que el Señor los ilumine para reconocer lo antes posible su pecado y para reparar el escándalo que han dado.
Con la caridad de Cristo, los saludo fraternalmente.
+ Franghískos Papamanólis, O.F.M. Cap.
Obispo emérito de Syros, Santorini y Creta,
Presidente de la Conferencia Episcopal de Grecia.
El Papa Francisco debería elegir mejor sus amistades, por aquello de "dime con quién andas y te diré quién eres". Además, y siguiendo con los dichos, con amigos como éstos, ¿quién necesita enemigos?
"Monseñor" Papamanólis, Vd. es un digno heredero de Nestorio, Acacio, Focio y Miguel Cerulario.
ResponderEliminarLa realidad de las cosas es que este obispo de 4 parroquias ya no sabe ni como llamar la atención y quedar bien con el Papa Francisco en verdad hasta verlo causa lastima mejor, que se dedique a enfrentar sus problemas que son graves sobretodo el de enfrentar a la Iglesia Ortodoxa que se ha dedicado a destruir a los grecocatolicos al grado de no permitirles usar sotana a los sacerdotes católicos para no ser confundidos con un sacerdote ortodoxo ,digo a este señor obispo que a de tener 10 carismáticos sacerdotes en Jeans y playera de vende cocos como suele vestir el cuando no está en el vaticano , y si va a juzgar primero que cheque los tamaños de estos eminentisimos cardenales y vea con quien se mete. Y como dices Catholicvs que indique las faltas en las que según él cayeron de acuerdo con el derecho canónico. Ahora sí este Don obispo que de joven fue cirquero y de viejo pallaso.
ResponderEliminarSaludos Cordiales
Perdón corrijo mi error ortográfico, viejo payaso.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Perdón corrijo mi error ortográfico viejo payaso
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