El domingo 7 de octubre de 1571 era derrotada en Lepanto la escuadra del Turco, terror de Europa, por la escuadra de España, del Papa y de Venecia, capitaneada por un joven de veintiún años, don Juan de Austria. Para conmemorar el triunfo de la Cristiandad, instituyó San Pío V la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria, y Gregorio XIII la fiesta del Rosario, devoción la más hermosa y más popular, a honra de la Madre de Dios.
OREMVSDEVS CVIVS VNIGENITVS PER VITAM MORTEM ET RESURRECTIONEM SVAM NOBIS SALVTIS AETERNAE PRAEMIA COMPARAVIT CONCEDE QVAESVMVS VT HAEC MYSTERIA SACRATISSIMO BEATAE MARIAE VIRGINIS ROSARIO RECOLENTES ET IMITEMVR QVOD CONTINENT ET QVOD PROMITTVNT ASSEQVAMVR PER EVDEM DOMINVM... AMENOremos¡Oh Dios!, cuyo Unigénito con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la eterna salvación: concédenos, te rogamos, que meditando estos misterios en el Sacratísimo Rosario de la Virgen Santa María, imitemos lo que contienen y alcancemos lo que prometen. Por el mismo S.N.J.C.... Amén.
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