El P. John Zuhlsdorf nos trae en su blog una costumbre relacionada con la eliminación del "Aleluya" de la liturgia durante el Domingo de Septuagésima. En los libros litúrgicos del Rito Romano se establece que se haga de la manera más simple posible: al final de las Vísperas del sábado, el "Aleluya" se agrega dos veces al final de "Benedicamus Domino" y "Deo gratias", que se canta en tono pascual. A partir de ahora, esta palabra se destierra por completo de la liturgia hasta la Vigilia Pascual. Sin embargo, en algunos usos medievales, el "Aleluya" se añadía al final de cada antífona de estas Vísperas, lo mismo que también había otra serie de costumbres que, sobre el "Aleluya", fueron formalmente incluidas en la liturgia, y otras no. Una de las más populares fue la de escribir la palabra en un trozo grande de pergamino y, tras las Vísperas, enterrarla en el cementerio parroquial o conventual, para después ser desenterrada el Domingo de Pascua. Dos ejemplos de esta costumbre los encontramos en la comunidad de la Fraternidad de San José Custodio de La Londe-les-Maures, Toulon (Francia) y en la de las Hermanas Benedictinas de Santa María Reina de los Apóstoles de Missouri (EE.UU.), en los que se ve el entierro ritual del "Aleluya", como se aprecia en las imágenes que acompañan esta entrada.
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