La Circuncisión fue establecida por Dios, como señal del pacto que celebraba con Abraham y su linaje (Gen. 17, 4-9). Con este rito se agregaba el que lo recibía al Pueblo de Dios, se obligaba al cumplimiento de la Ley mosaica y se hacía acreedor a las divinas promesas: protestaba de su fe en el Redentor, hijo de Abraham, y obtenía la remisión del pecado original.
Cristo quiso sujetarse a esta sangrienta ceremonia, para acreditar que era verdadero hijo de Abraham, y para dar ejemplo de obediencia, y libertar de aquel pesado yugo a los redimidos (Gal. 4, 4-5).
La Liturgia de la Misa celebra principalmente la Octava de Navidad (Intr., Epíst., Grad., Ofert. y Com.). Solamente el Evangelio se refiere a la Circuncisión. Las oraciones son de Nuestra Señora. ¿Por qué? Antiguamente se celebraban en esta fecha dos Misas: una de la Octava y otra de Santa María. Más tarde, suprimida la segunda, pasaron las oraciones de la Virgen a la única Misa del día. Justo es que festejando por ocho días el Nacimiento de Cristo, imploremos hoy la intercesión de Aquella por quien merecimos recibir al Autor de la vida (Col.).
OREMVS
DEVS QVI SALVTIS AETERNAE BEATAE MARIAE VIRGINITATE FOECVNDA HVMANO GENERI PRAEMIA PRAESTITISTI TRIBVE QVAESVMVS VT IPSAM PRO NOBIS INTERCEDERE SENTIAMVS PER QVAM MERVIMVS AVCTOREM VITAE SVSCIPERE DOMINVM NOSTRVM IESVM CHRISTVM FILIVM TVVM QVI TECVM...
Oremos
¡Oh, Dios!, que por la fecunda virginidad de Santa María otorgaste al humano linaje prendas de eterna salvación: rogámoste nos concedas que experimentemos la intercesión de Aquella por quien merecimos recibir al Autor de la vida, N.S.J.C., tu Hijo: Que contigo vive y reina...
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