En una entrevista concedida el pasado jueves 13 de julio al panfleto semanario Alfa y Omega, el arzobispo Vincenzo Paglia -el mismo que encargó y aparece representado en el tristemente famoso fresco "gay" pintado en la catedral de Terni (Italia)-, presidente de la Pontificia Academia para la Vida y gran canciller del Instituto Juan Pablo II para el Matrimonio y la Familia, dice que él no debe defender los valores cristianos porque "se defienden solos". ¡Y se ha quedado más ancho que largo! Realmente, es casi mejor que este personaje no defienda los valores cristianos. Con amigos así, ¿quién necesita enemigos?
Muy acertadamente, Michael Hichborn, presidente del Instituto Lepanto, con sede en Estados Unidos, criticó la "nueva estrategia" de Paglia: "A lo largo de la Historia los santos nunca conspiraron, planearon o llevaron a cabo estrategias para hacer conversos, sino que simplemente predicaron la Verdad en todos los lugares", dijo a LifeSiteNews. "Si el arzobispo Paglia quiere intentar algo nuevo, tal vez debería sugerir que los sacerdotes prediquen en términos inequívocos, desde los púlpitos de todo el mundo, que el aborto, la anticoncepción y la sodomía están todos condenados, y que quienes se dedican a estas prácticas están en peligro de ir al infierno", agregó.
En la entrevista, Paglia dice que no es cosa suya el haber eliminado el juramento1 obligatorio de los académicos, que ya estaba programado antes de que él llegara -nótese que fue nombrado por Francisco hace un año, en verano de 2016, y el juramento de los nuevos miembros se ha retirado en 2017-, pero sí se adjudica, como si fuera algo meritorio, el haber introducido en la Pontificia Academia para la Vida a herejes, cismáticos, judíos, paganos y ateos.
Vincenzo Paglia miente cuando afirma que, a pesar de su impiedad, estos nuevos miembros de la Pontifica Academia para la Vida han sido seleccionados "por estar dentro de un cuadro de defensa de la vida", añadiendo a continuación, con todo cinismo: "No acepté a científicos favorables a la guerra, por poner un ejemplo".
Lo primero a destacar es que quien elige a los miembros de la Pontifica Academia para la Vida es Francisco, no él, que es un mero subordinado. Paglia puede seleccionar a quien quiera, que si no lo sanciona Francisco, le va a dar igual: sólo entran a formar parte como miembros de la Academia las personas elegidas personalmente por Francisco.
Y, en segundo lugar, es bastante probable que entre dichos miembros no haya ninguno favorable a la guerra; pero se debe de estar refiriendo, sin duda, a la guerra justa, la que siempre ha permitido y defendido la Iglesia, incluso a veces como obligación -como puede comprobarse leyendo el punto 2265 del Catecismo de la Iglesia Católica-. Sin embargo, entre los nuevos miembros hay algunos totalmente favorables a la guerra desigual contra los seres humanos más indefensos: los hay pro-abortistas, pro-eutanasia, y hasta una presunta "científica" que experimenta, manipula y luego mata a seres humanos en estado embrionario -sin contar a los pro-homosexualistas y a los defensores acérrimos de impartir los sacramentos de la Confesión y de la Comunión sacrílegamente a adúlteros y pecadores no arrepentidos, que también los hay-.
Por lo visto, a todos esos seres humanos inocentes sí se les puede asesinar, según algunos de estos miembros que cuentan con el visto bueno de Paglia y la sanción de Francisco. En cambio, parece ser un crimen atroz que la sociedad recurra a la guerra justa o a la pena capital para defenderse del agresor injusto, quien, a diferencia de los seres humanos a los que ahora se ataca cobardemente, pues son inocentes y están indefensos -como los bebés que están en su etapa de gestación, los ancianos y personas impedidas-, sí puede defenderse y además no es inocente, sino todo lo contrario.
La clave de algunos de estos nombramientos, con independencia de la postura claramente inmoral de algunos de los nuevos miembros, la da el mismo Paglia cuando afirma que la actitud de no defender los valores cristianos no tiene por objeto silenciar la propia identidad, sino que el silencio "es capaz de tocar a quien no cree". Parece que las altas jerarquías del Vaticano actual viven en un mundo paralelo, ya que no sólo no es verdad que dicha actitud atraiga a la Iglesia a herejes, cismáticos, judíos, paganos y ateos, sino que espanta a los propios fieles, como puede observarse, por ejemplo, en Sudamérica, donde millones de fieles han apostatado en los últipara pasar a engrosar las filas de sectas protestantes de todo pelaje, sin duda más combativas en lo que a moral y defensa de la vida se refiere.
Al ser preguntado sobre si se está trabajando sobre una comisión para reformar la encíclica "Humanae vitae" de Pablo VI, Paglia echa balones fuera negando que exista una comisión, pero diciendo que es un tema central de nuestro tiempo (malo, malo) y que "es miope plantear el problema en términos anticonceptivos sí o no" pues "el riesgo es que, de tanto mirar para atrás, perdamos la batalla de la cultura". ¡Eso es lo importante! En vez de defender la Verdad, lo que prima es buscar el aplauso y la aceptación del mundo, aunque éste esté podrido moralmente por el adoctrinamiento de unos y el silencio de otros.
De forma cansina, cuando el entrevistador le plantea que hay quienes cuestionan su compromiso en la defensa de la vida, de nuevo vuelve a lo mismo: "Algunos amigos estadounidenses dudan de que yo defienda la vida. Yo les dije: la vida no sólo la defiendo, faltaría más que yo estuviera a favor del aborto, ¿pero estamos locos? Lo que me pregunto es: ¿por qué ellos no están en contra de la pena de muerte?". ¿Cómo ha podido llegar a arzobispo alguien que ni siquiera conoce el Catecismo de la Iglesia Católica? -véase su punto 2267-. O, lo que es peor aún: ¿Cómo ha podido llegar a arzobispo alguien que, si conoce el Catecismo de la Iglesia Católica, pretende ignorarlo o fingir ignorancia para manipular y engañar, especialmente a los fieles católicos y con fines meramente ideológicos, recurriendo a todos los mantras de la ultraizquierda?
Para la siniestra política la vida es "sagrada": la vida de los perros, la de los toros, la del urogallo tartamudo y hasta la del rábano amarillo del Himalaya. Y, por supuesto, es horrible ajusticiar a criminales no reinsertables en la sociedad (como terroristas, asesinos en serie, violadores múltiples que matan a sus víctimas...) que siguen suponiendo un peligro para la vida de ciudadanos inocentes (pues, en caso de ser simplemente encerrados en una cárcel, pueden escaparse, ordenar asesinatos desde sus celdas, salir con permisos penitenciarios, tras reducirse o cumplir su pena, y volver a cometer crímenes, etc.) Así que, ya lo saben: ¿Cómo se atreven a pedir que no se asesine a un bebé en gestación o a un anciano impedido, ambos inocentes, si no rechazan que se aplique la pena capital a asesinos y criminales, culpables, para impedir que vuelvan a matar a personas inocentes? Y, por supuesto, hay que arremeter contra el propio Catecismo de la Iglesia Católica, que defiende tanto la guerra justa (nº 2265), como la pena de muerte en ciertos casos (nº 2267), como siempre ha hecho la Iglesia. Así se las gasta Paglia.
Por último, sobre el caso del bebé Charlie Gard, al que la "justicia" europea ha ordenado que se le retire la alimentación e hidratación -vamos, que se le mate por inanición y deshidratación-, a Paglia no se le ocurre otra cosa que decir que "la vida debe ser acompañada, amada, y la responsabilidad de la decisión debe ser tomada a nivel colegial, no de un externo" (por externo se refiere al tribunal que ha ordenado su asesinato). Es decir: si de forma colegiada se decide asesinar a este bebé -y no digamos si fueran los padres quienes lo pidiesen-, entonces sí estaría muy bien asesinado. Parece que, para Paglia, el único problema no es que se pretenda matar a este bebé, sino que lo decida alguien "externo" y que no se haga por consenso. ¡Y luego se queja de quienes le acusan de no defender la vida!
Y hasta aquí el escándalo vaticano diario -que ya se está convirtiendo en costumbre entre los miembros de la nueva corte papal-.
Véase también:
1 Cuando San Juan Pablo PP. II fundó la Pontificia Academia para la Vida, el Dr. Jerôme Lejeune redactó la Declaración de los Servidores de la Vida, como un juramento que debían firmar los nuevos miembros al ser admitidos. Decía así:
"Ante Dios y ante los hombres, declaramos que todo ser humano es para nosotros una persona. Desde la concepción hasta la muerte natural es el mismo ser que se desarrolla, madura y muere. El respeto absoluto de los pacientes no depende ni de la edad ni de la enfermedad. Al igual que la medicina permanece al servicio de la vida hasta su final, de igual modo la protege desde su inicio. Desde la concepción, la persona es inalienable. El óvulo fecundado, el embrión, el feto, el recién nacido, no pueden ser sometidos a la explotación".
En los nuevos estatutos de la Pontificia Academia para la Vida hechos por Francisco se ha eliminado la obligatoriedad de firmar esta declaración, sustituyéndola por el siguiente compromiso genérico:
"Los nuevos Académicos se comprometen a promover y defender los principios relativos al valor de la vida y de la dignidad de la persona humana".
Nótese que, además de eliminarse cualquier mención a Dios -una constante casi general durante este pontificado-, los nuevos miembros ya ni juran, ni promenten nada. Además, lo que se comprometen a defender son "los principios relativos al valor de la vida", pero no a los seres humanos poseedores de dicha vida creada por Dios, desde su concepción hasta su muerte natural.
Pero, además, se deja al albur de estos nuevos miembros el que consideren vida humana lo que a ellos les apetezca: si uno cree que un embrión o un feto de cuatro meses de gestación no es una vida humana, o simplemente que esa vida no es digna de vivirse o defenderse, no se comprometen a hacerlo. Exactamente lo mismo en lo referente a la "dignidad de la persona humana": si en alguna de las etapas de la vida de un ser humano estos miembros consideran que no es una persona -como sostenía la impresentable ex ministra socialista española Bibiana Aído-, o si piensan subjetivamente que esas vidas son "indignas", no sólo no las defenderán, sino que reclamarán su asesinato -eso sí: empleando cualquiera de los subterfugios, excusas lacrimógenas y eufemismos al uso para apoyar la comisión del mismo acto-.
Estimado Catholicvs,
ResponderEliminarEste personaje, Paglia, que evidentemente trabaja a las órdenes del jefe, papa Bergoglio, es una muestra más de la infiltración del reino de Satanás en la Iglesia, cuyos dos pilares son el aborto y la sodomía, como bien explicó el cardenal Caffarra recientemente en una conferencia en Roma con ocasión del evento y Marcha por la vida del pasado mes de mayo en Roma.
Constatamos que el reino de Satanás opera y crece rápidamente en lo que constituye una anti-Iglesia, la iglesia bergogliana, lo vemos día a día. Pero también comprobamos como se fortalece al mismo tiempo la Iglesia Católica, ya son muchos los pastores que públicamente nos confirman en la fe y defienden la doctrina y la moral católica oponiéndose al reino luciferino. Y así, vemos como coexisten en el mismo espacio dos iglesias, la Iglesia Católica y la anti-Iglesia de Bergoglio, en la que se guía a los hombres hacia el error y la ideología del mundo.
Pero, ánimo hermanos, cumplamos con nuestra misión de preservar la Fe Católica y dar testimonio de la Verdad, sabiendo cómo hacerlo, debemos combatir como los apóstoles, tomando a los mártires por nuestro modelo, y a Cristo Jesús como nuestra recompensa.