S. Pío V y el Rey Felipe II veneran a la Virgen del Rosario |
La Santísima Virgen se apareció con un Rosario en las manos a Santo Domingo de Guzmán en el año 1208, en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia). Le enseñó a rezarlo y le mandó que difundiera esta devoción, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias. De nuevo se apareció la Virgen bajo esta advocación en el s. XV al beato Alano de la Rupe, al que pidió que reviviera la devoción al Santo Rosario, cuya devoción había disminuido, y que recopilara todos los milagros que había producido su rezo, así como le reiteró las promesas dadas a Santo Domingo.
San Pío PP. V instauró su fiesta litúrgica el 7 de octubre en conmemoración de la victoria cristiana contra los sarracenos en la batalla naval de Lepanto (1571), atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del Santo Rosario (el Papa estaba rezando el Santo Rosario mientras se lograba la decisiva y milagrosa victoria para los cristianos), por lo que pasó a denominarla Nuestra Señora de las Victorias. Este santo Papa añadió el título de "Auxilio de los Cristianos" a los que ya tenía la Santísima Virgen en las letanías del Santo Rosario.
Fue S.S. Gregorio PP. XIII quien cambió el nombre de su festividad al de Nuestra Señora del Rosario. Más tarde, el Papa Clemente XI ordenó que su fiesta fuera celebrada por la Iglesia universal. Finalmente, hay que destacar que los últimos Papas han sido grandes devotos de esta advocación y del rezo del Santo Rosario. De entre ellos quizás destaque S.S. León PP. XIII, que escribió doce Encíclicas referentes al Santo Rosario, consagró el mes de octubre al mismo, e incluyó el título de "Reina de Santísimo Rosario" a las letanías de la Virgen. Por ello se le ha denominado "el Papa del Rosario".
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