Anteayer, como en otras ocasiones, Radio Vaticana publicaba la homilía del Papa Francisco durante la Misa diaria en la capilla de la Casa Santa Marta. Al mismo tiempo, se ha dado a conocer el apoyo de tres prestigiosos filósofos católicos a los cuatro Cardenales (Sus Eminencias Reverendísimas Walter Card. Brandmüller, Raymond Leo Card. Burke, Carlo Card. Caffarra y Joachim Card. Meisner) que presentaron sus "dubia" al Papa para que aclarase varios puntos que parecen contradecir la Fe Católica, que se suman así a otros tres Cardenales: Gerhard Ludwig Card. Müller, Robert Card. Sarah y George Card. Pell, Prefectos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y de la Secretaría de Economía de la Santa Sede, respectivamente (ver aquí y aquí), a otros tres obispos (ver aquí), y a vientitrés prestigiosos académicos, intelectuales y pastores católicos que acaban de publicar una nueva declaración de apoyo el día de la Inmaculada (ver aquí).
Sorprende el hecho de que, mientras la preocupación por la deriva que están tomando los acontecimientos en la Iglesia se generaliza y va en aumento, el Papa siga matando mosquitos a cañonazos y sus preocupaciones se centren en un tema tan grave como es... ¡el uso del saturno!
Para entender por qué uno cosas aparentementes tan dispares en una misma entrada del blog, lo mejor será transcribir algunas de las palabras del Papa en la mencionada homilía, tal y como aparecen en Radio Vaticana, y a continuación explicar qué tienen que ver tres filósofos con todo ello. Ilustrando todo ello gráficamente para mayor comprensión de los lectores a quienes no les quede suficientemente claro (la negrita es mía):
Francisco puso en guardia ante los llamados "rígidos" que cargan sobre los fieles cosas cuyo peso ellos no llevan. Y denunció la tentación de la mundanidad que transforma al sacerdote en un funcionario y lo conduce a ser "ridículo".
El Papa se detuvo en los sacerdotes "insatisfechos" que –advirtió– "hacen tanto mal". Viven insatisfechos y buscan siempre nuevos proyectos, “porque su corazón está alejado de la lógica de Jesús” y, por esta razón, “se lamentan o viven tristes”.
El sacerdote auténtico –agregó el Papa Bergoglio– "es un mediador muy cercano a su pueblo", el intermediario, en cambio, hace su trabajo pero después toma otro, "siempre como funcionario", "no sabe qué significa ensuciarse las manos" en medio de la realidad. Y por esta razón –reafirmó– cuando "el sacerdote pasa de mediador a intermediario no es fácil, es triste". Y busca un poco de felicidad "haciéndose ver" y "haciendo sentir su autoridad".
"Pero también para hacerse importantes, los sacerdotes intermediarios emprenden el camino de la rigidez: tantas veces, separados de la gente, no saben lo que es el dolor humano [...] Son rígidos, aquellos rígidos que cargan sobre los fieles tantas cosas que ellos no llevan, como decía Jesús a los intermediarios de su tiempo. La rigidez. Látigo en la mano con el pueblo de Dios: 'Esto no se puede, esto no se puede...'. Y tanta gente que se acerca buscando un poco de consuelo, un poco de comprensión es echada con esta rigidez".
Sin embargo –dijo también el Papa– la rigidez no se puede mantener durante mucho tiempo. Y fundamentalmente es esquizoide: "Terminarás apareciendo rígido pero por dentro serás un desastre". Y con la rigidez, la mundanidad. "Un sacerdote mundano, rígido –dijo Francisco– es un insatisfecho porque ha tomado el camino equivocado":
"A propósito de rigidez y mundanidad, ha sucedido tiempo atrás que ha venido a verme un anciano monseñor de la Curia, que trabaja, un hombre normal, un hombre bueno, enamorado de Jesús y me ha contado que había ido al 'Euroclero' a comprarse un par de camisas y vio ante el espejo a un muchacho –piensa que no tenía más de 25 años, o un sacerdote joven o (que estaba) por convertirse en sacerdote– delante del espejo, con una manta, grande, amplia, con el terciopelo, la cadena de plata y se miraba. Y después tomó el capelo ‘saturno’, se lo puso y se miraba. Un rígido mundano. Y aquel sacerdote –es sabio aquel monseñor, muy sabio– logró superar el dolor, con una broma de sano humorismo y añadió: '¡Y después se dice que la Iglesia no permite el sacerdocio a las mujeres!'. De modo que el oficio que hace el sacerdote cuando se vuelve funcionario termina en lo ridículo, siempre".
Una vez –relató– una persona me "decía que él reconocía a los sacerdotes por la actitud con los niños: si saben acariciar a un niño, sonreír a un niño, jugar con un niño... Es interesante esto porque significa que saben abajarse, acercarse a las pequeñas cosas". En cambio –afirmó– "el intermediario es triste, siempre con aquella cara triste o demasiado seria, cara oscura. El intermediario tiene la mirada oscura, ¡muy oscura! El mediador –reafirmó– es abierto: la sonrisa, la acogida, la comprensión y las caricias".
A cualquiera que haya oído o lea estas palabras, le vendrá a la mente el último gran discurso de Jesús en el Templo, en el que advertía sobre la hipocresía de los escribas y fariseos:
Entonces Jesús habló a las muchedumbres y a sus discípulos, y les dijo: "Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. Todo lo que ellos os mandaren, hacedlo, y guardadlo; pero no hagáis como ellos, porque dicen, y no hacen".(Mt 23, 1-3)
Predicar la misericordia a grandes voces y mostrarse inmisericorde con según quiénes, no parece que refleje muy bien aquello de predicar con el ejemplo, ni que constituya un buen ejemplo a seguir.
¿Quiénes son los rígidos? ¿Aquellos pastores que se preocupan de la salvación eterna de las almas a su cuidado, o aquellos otros únicamente procupados de conceder "al pueblo" aquello que quiere oír, aunque le lleve a la perdición y al infierno? Es obligación de un buen pastor, por mandato expreso de Cristo, decir a los fieles "esto se puede" y también "esto no se puede". ¿Era Cristo un "rígido" a combatir? Quizás algunos lo crean. Igual esas personas que supuestamente se acercan a ciertos pastores, no misericordiosos, sino de moral laxa, no buscan un poco de comprensión, sino la aprobación eclesiástica de formas de vida reprobables y la confirmación en sus pecados. Y eso es, trístemente, lo que reciben, en lugar de una caritativa corrección por el bien de su alma. Nunca es suficiente recordar esta advertencia apostólica:
Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, el cual juzgará a vivos y a muertos, tanto en su aparición como en su Reino: predica la Palabra, insta a tiempo y a destiempo, reprende, censura, exhorta con toda longanimidad y doctrina. Porque vendrá el tiempo en que no soportarán mas la sana doctrina, antes bien con prurito de oír se amontonarán maestros con arreglo a sus concupiscencias. Apartarán de la verdad el oído, pero se volverán a las fábulas. Por tu parte, sé sobrio en todo, soporta lo adverso, haz obra de evangelista, cumple bien tu ministerio.
(II Tim 4, 1-5)
El monseñor curial que al Papa Francisco le parece tan sabio, hasta el punto de no poder contenerse y contar la anecdóta, ¿qué pretendía decir con su cáustica e inmisericorde frase "¡Y después se dice que la Iglesia no permite el sacerdocio a las mujeres!"? ¿Que quienes llevan saturno, o simplemente visten como sacerdotes, son afeminados? ¿Que son malos pastores? ¿Que son serios y tristes y alejan a los fieles que buscan consuelo? Igual debería medir más sus palabras y mostrarse menos sabio y más misericordioso. Cuanto menos, se me antoja una simpleza pensar que un buen sacerdote sólo es aquel que va vestido de camuflaje, con anticuadas camisas a rayas o a cuadros, más propios de un leñador o de un mantel de pizzería italiana, y que en lugar de rezumar olor de santidad, desprende un vulgar y desagradable tufo a borrego. Y también es una simpleza, cuando no un juicio temerario, juzgar -valga la redundancia- y condenar como "rígido", ahora que tantos repiten lo de "¿quién soy yo para juzgar?", a quienes sólo cumplen con su deber de enseñar a los fieles la sana doctrina por el bien de sus almas, frente a aquellos otros que sólo les regalan el oído y les dicen lo que quieren oír, no buscando su bien espiritual, sino simplemente una éfimera felicidad terrenal que pone en peligro su salvación eterna.
El Papa San Juan XXIII llevando saturno rojo |
El Papa San Juan XXIII llevando saturno blanco |
El Papa San Juan Pablo II llevando saturno rojo |
El Papa San Juan Pablo II, con saturno rojo, saluda a unas religiosas |
Un sonriente Papa San Juan Pablo II, con saturno rojo, acaricia a una niña |
Un sonriente Papa Benedicto XVI con saturno rojo |
Cuatro fotos más de un sonriente Papa, S. S. Benedicto XVI, llevando saturno y besando a dos niños |
Es del todo incoherente y contradictorio el corrosivo juicio de este anónimo curial contra quienes llevan saturno, con su supuesto reconocimiento de los buenos pastores por su actitud con los niños. Sirvan estas fotografías de tres grandes Papas -dos de ellos canonizados- llevando saturno, como muestra de que ambas cosas no son incompatibles, y que tal simplificación constituye un mero sofisma y un juicio de valor ajeno completamente a la misericordia que se predica. Esa, y no otra, es la actitud que demuestra rigidez; una rigidez ideológico-clerical que ha quedado congelada, anclada en el tiempo y anquilosada en una eclesialidad iconoclasta más propia de otros tiempos -los años 60 y 70 del siglo XX, concretamente-, que ya sólo defienden unos cuantos viejos -tristes de ver el crudo invierno en que han convertido la primavera que esperaban- ajenos a la realidad actual, que es la de siempre, pues Cristo y su Iglesia están vivos y nunca pasan de moda.
Arturo Sosa, S.I., recién elegido Prepósito General de los jesuitas |
Pantalón y zapatones negros asomando ampliamente por debajo de la sotana del Papa Francisco |
Al final, uno se pregunta: ¿es más ridículo y triste un sacerdote con saturno o uno disfrazado de laico reñido con la moda? ¿Lo es más un Papa con saturno y calzado de color rojo, que uno con pantalones y zapatones negros bajo la sotana? Pues a las pruebas me remito.
Y mientras el Papa dedica tiempo y energías a combatir tan grave mal para la Iglesia, además de tan extendido -cualquier lector está harto de cruzarse por la calle con varios curas con saturno cada vez que sale a comprar el pan, por ejemplo-, tres importantes y prestigiosos filósofos católicos han hecho público su apoyo a los cuatro Cardenales, y dos de ellos han escrito otra petición al Papa Francisco para que aclare aquellos puntos de "Amoris laetitia" que pueden atentar y ser contrarios al Magisterio de la Iglesia:
Robert Spaemann |
Estas son algunas de sus reflexiones en dicha entrevista:
"La negativa del Papa a responder al llamamiento de los cuatro Cardenales me llena de gran preocupación, ya que, de alguna manera, el Magisterio supremo en este caso está siendo degradado. El Papa Francisco claramente tiene una profunda aversión a estas decisiones en las que se requiere un 'sí' o un 'no' [...] Cristo, el Señor de la Iglesia, por otra parte siempre dio a sus discípulos la respuesta clara a decisiones de este tipo. A la pregunta específica sobre el adulterio, Él sacudió a los apóstoles con la simplicidad y claridad de su enseñanza [...] Es un grave error pensar que la subjetividad es el último criterio para la administración de los sacramentos. También es cierto que toda acción que va contra la conciencia es mala, pero también se puede actuar de acuerdo con una conciencia errónea. Esta es la clara enseñanza de Santo Tomás de Aquino".
Por otra parte, otros dos prestigiosos filósofos, los Profesores John Finnis y Germain Grisez, también solicitan al Papa Francisco que aclare y condene las interpretaciones incorrectas de "Amoris laetitia" que no son conforme al Magisterio de la Iglesia, y piden a los obispos que se adhieran a su petición, que han hecho efectiva en una carta enviada el pasado 21 de noviembre y dirigida "al Sumo Pontífice Francisco, a todos los obispos en comunión con él y al resto de los fieles cristianos".
"En esta carta le solicitamos al Papa Francisco que condene ocho posiciones contrarias a la fe católica que están recibiendo apoyo, o probablemente lo recibirán, mediante el abuso de su Exhortación Apostólica Amoris laetitia. Les pedimos a todos los obispos que se adhieran a esta solicitud y que pronuncien sus propias condenaciones de las posiciones erróneas que identificamos, reafirmando a la vez las enseñanzas católicas que estas posiciones contradicen", han afirmado. "La carta explica de qué manera quienes proponen las ocho posiciones que nosotros identificamos pueden hallar apoyo en expresiones o en omisiones de la Exhortación Apostólica, y explica cómo estas posiciones son o incluyen errores contra la fe católica".
Estas son las ocho posiciones que enumeran:
- Un sacerdote que administra el Sacramento de la Reconciliación puede a veces absolver a un penitente que carece de propósito de enmienda respecto de un pecado en materia grave que pertenece a su forma de vivir continua o que es habitualmente repetitivo.
- Algunos de los fieles son demasiado débiles para cumplir los mandamientos de Dios; aunque estén resignados a cometer pecados en materia grave continuos y habituales, pueden vivir en gracia.
- No existe ninguna regla moral general que no admita excepciones. Incluso los mandamientos divinos que prohíben clases específicas de actos están sometidos a excepciones en algunas situaciones.
- Aun cuando algunos de los preceptos o mandamientos de Dios parecen exigir que uno nunca elija un acto de una de las clases a los que ellos se refieren, en realidad esos preceptos y mandamientos son reglas que expresan ideales y que identifican bienes que uno siempre debiera servir y esforzarse por realizar lo mejor que pueda, atendidas las propias debilidades y la situación concreta, compleja, de cada uno, que puede exigirle a uno elegir un acto en contraste con la letra de la ley.
- Si uno tiene en cuenta su situación concreta y sus limitaciones personales, su conciencia puede a veces discernir que realizar un acto de cierta clase incluso contraria al mandamiento divino será hacer lo mejor de que uno es capaz para responder a Dios, que es todo lo que Él reclama, y entonces uno debe elegir realizar ese acto, pero también estar dispuesto a conformarse plenamente al mandamiento divino, si y cuando uno sea capaz de hacerlo.
- Elegir provocar la excitación o la satisfacción sexual de uno o de otro u otros es moralmente aceptable a condición solamente de que (1) ningún adulto tenga contacto corporal con un niño; (2) no sea tocado el cuerpo de ningún participante sin su consentimiento claro y libre tanto respecto del modo como de la extensión del contacto; (3) no se haga conscientemente nada que provoque o cree un riesgo excesivo de daño físico significativo, transmisión de alguna enfermedad o embarazo no deseado; y (4) no se transgreda ninguna norma que rija la conducta en general.
- Un matrimonio sacramental consumado es indisoluble en el sentido de que los esposos deben siempre fomentar el amor matrimonial y no deben nunca elegir disolver su matrimonio. Pero por causas fuera del control de los esposos y/o por faltas graves de al menos uno de ellos, su relación humana como pareja casada a veces se deteriora hasta que deja de existir. Cuando la relación matrimonial de una pareja ya no existe, su matrimonio se ha disuelto, y al menos una de las partes puede legítimamente obtener un divorcio y casarse de nuevo.
- Un católico no necesita creer que muchos seres humanos terminarán en el Infierno.
Esta carta abierta, cuyo original puede leerse en inglés aquí, concluye con las siguientes reflexiones:
"Nuestra carta concluye indicando cómo los pastores y los teólogos que enseñan y ponen en práctica cualquiera de estas ocho posiciones pueden de esa manera causar un perjuicio grave a muchas almas, y señalando algunas formas en que esto puede suceder. También llama la atención sobre el daño que estos errores infligen al matrimonio y a los jóvenes que en otro caso podrían haber participado en una vida matrimonial auténtica con corazones buenos y que podrían haber sido signos del amor esponsal de Cristo por su Iglesia.
Muchos teólogos y pastores que defienden posiciones contrarias a la fe suponen que están tratando de forma realista con los católicos influidos por la cultura secularizada que están rompiendo con la Iglesia o apartándose de ella. Pero su estrategia deja de lado la tradición de la Iglesia y su misión primaria: predicar el Evangelio en todas partes y siempre, y enseñar a los creyentes todo lo que Jesús ha mandado.
La experiencia de las comunidades eclesiales cristianas que han adoptado estrategias similares en los dos siglos pasados sugiere fuertemente que aquellos que hicieron concesiones sobre su identidad cristiana en una generación fueron de poco interés para las generaciones sucesivas. Aquellos a quienes se les ha ordenado actuar en la persona de Jesús hacen bien en enseñar la verdad tal como Él lo hizo y continuó haciendo incluso cuando muchos de sus discípulos dijeron que su palabra les parecía demasiado dura y se alejaron de Él".
John Finnis |
Germain Grisez |
Germain Grisez es Profesor Emérito de Ética Cristiana de la Universidad Mount St. Mary, Profesor de Filosofía de la Universidad de Georgetown (1957–72) y el Campion College de la Universidad de Regina (1972–79), y Profesor Emérito de Ética Cristiana Most Rev. Harry J. Flynn de la Universidad Mount St. Mary (1979–2009).
No parece que todas las personas citadas en esta entrada sean unos advenedizos indocumentados, por lo que, cuanto menos, se les debería prestar la atención que merecen, tanto por su trayectoria profesional y/o eclesiástica, como por la intención que comparten todos ellos: el bien de las almas y la unidad, en la verdad, de la Santa Iglesia.
Oremos para que así sea, y para que el Papa Francisco cumpla con su deber de confirmarnos en la fe, en lugar de tratar de imponer sus gustos personales y su peculiar visión de la Iglesia, o de tratar de resucitar lo peor de los revolucionarios años en que él se formó como sacerdote.
Oremos para que así sea, y para que el Papa Francisco cumpla con su deber de confirmarnos en la fe, en lugar de tratar de imponer sus gustos personales y su peculiar visión de la Iglesia, o de tratar de resucitar lo peor de los revolucionarios años en que él se formó como sacerdote.
Yo creo que el Papa, más que contra el uso del saturno, ha arremetido contra la vanidad de no pocos clérigos, muchos de los cuales utilizan la sotana y otras prendas clericales más por vanidad que por tradicionalismo.
ResponderEliminarPor lo demás, estoy de acuerdo en que la Iglesia tiene actualmente problemas mucho más graves.
la sotana usada por sacerdotes indica la entrega a Dios...a la como a la austeridad..como San Francisco de Assis
EliminarIncreíble no es la primera vez que el Papa Fransisco arremete contra los sacerdotes que usan sotana , al grado de parecerle chistosos y afeminados, es a todas luces un insulto yo pienso que ese clérigo anciano que entro a la tienda y se topó con el joven sacerdote fue el mismo, en sus tiempos de obispo o cardenal, solo se puso en tercera persona para poder vomitar su irónico y despectivo comentario.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Así es anónimo el Papa Fransisco tomó el nombre de un santo que si lo hubiera tratado en vida lo trataría peor que al Padre Manelli o a Monseñor Livieres . No tiene ni la más mínima idea de quién era San Fransisco quizá cuando era seminarista a lo mejor les pasaron la espantosa pelicula de hermano sol hermana luna ; digo un seminario jesuita en esos días es como ir a una escuela con sistema montesori con teología impartida por Antony de Mello y liturgias con el coro cantando Aquarius (let The Sunshine in) Y ahí está un graduado ,hecho un Papa al más puro estilo Teólogo de la Liberación latinoamericano.
ResponderEliminarsaludos Cordiales
De este papa no me fio ni un pelo, no me gusta ni lo que dice ,ni lo que hace, y no se porque echaron al Papa Benedicto XVI , de la manera que lo hicieron y la escusa que pusieron. Ahora veo a este cura de la liberacion tranochado con el fin de destruir la Iglesia , que solo sale con moros, judios , dalai lamas y Jefes indios cherokies si se tercia, y mientras bajo una falsa apariencia de humildad se reune con masones ,judios y liberales, mal camino lleva este individuo que sus homilias tienen la profundidasd de un cura de pueblo bueno ya quisiera..., igulito que S.S. El Papa Benedicto XVI (Dios le guarde)
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