La prensa francesa se está haciendo eco de un acto repugnante, que, por desgracia, se viene repitiendo de cuando en cuando, cada vez con mayor frecuencia: la profanación de cementerios católicos. En esta ocasión se trata del cementerio de la localidad de Anthy-sur-Léman, en la Alta Saboya (Francia), donde se encuentran las tumbas de cuatro de los adolescentes que murieron en el trágico accidente de autobús que se produjo en Allinges en 2008. Durante la madrugada del sábado al domingo pasados han sido profanadas quince tumbas, arrancándose los crucifijos y destrozándose imágenes de Nuestra Señora, como puede verse en la imágenes.
Lo más sangrante del caso es que Jean-Marc Ayrault, Primer Ministro del único Estado constitucionalmente laico -y laicista- de la Unión Europea, Francia, le ha restado importancia, manifestando que es un "simple acto vandálico". Sin embargo, como puede apreciarse en las imágenes, lo que se ha destrozado han sido justamente los símbolos religiosos -prohibidos en ese país, por ley, en todos o casi todos los ámbitos de la vida pública-. No parece, pues, casual, que se trate de un camposanto católico, ni que se hayan destruido los símbolos religiosos.
Acostumbrados como estamos a que hoy en día se dé sepultura en el mismo recinto tanto a creyentes como a ateos confesos, o a pecadores públicos, o a suicidas... hace que a la vista de gran parte de la población los cementerios hayan dejado de ser los recintos sagrados que realmente son, donde los cuerpos de quienes han muerto en Cristo reposan hasta que se produzca la resurrección de la carne en el día del Juicio Final, para convertirse en meros "vertederos" de cadáveres.
Lo que se me viene a la cabeza, tras las declaraciones del Primer Ministro francés, es: ¿si hubieran profanado un cementerio judío -o uno musulmán- hablaría de "simple vandalismo"? ¿O tanto él como la prensa en pleno hablarían de antisemitismo -o islamofobia-? Ahí quedan en el aire estas dos preguntas retóricas.
Lamentable. Si, pero llegará el día en que esos que hacen esas profanaciones, y los que tienen poder para prohibir, educar o hacer respetar la libertad de otros, aún más cuando se supone que Francia es un país desarrollado, tendrán que doblar rodilla ante Jesucristo Nuestro Dios.
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