miércoles, 6 de abril de 2011

Los cristeros de Méjico y la nueva película "Cristiada", con Andy García, Eduardo Verástegui, Peter O'Toole y Eva Longoria


La realización de esta película, aún por estrenar, ha sido posible gracias a la colaboración del historiador francés Jean Meyer, autor de "Cristiada", el libro en el que se ha inspirado la película. A pesar del asesoramiento de Meyer, otro historiador, argentino esta vez, el Profesor Dr. Antonio Caponnetto (profesor de Historia, Doctor en Filosofía, e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET), gran conocedor del tema y que tuvo acceso al guión original, afirmó que el mismo, aún siendo bueno, contenía una serie de errores históricos y algunos de criterio que él se encargó de señalar a los responsables de la película. Un ejemplo de estas inexactitudes es el caso de Enrique Gorostieta, a quienes sus compañeros militares llamaban "El General Invencible", que no era católico practicante cuando se puso al servicio de la causa cristera, pero que acabó convertido por el ejemplo de sus camaradas.

La película "Cristiada" será estrenada este año. Rodada íntegramente en Méjico, ha sido dirigida por el norteamericano Dean Wright (responsable de efectos especiales y ayudante de dirección en películas como "Las crónicas de Narnia" y "El señor de los Anillos"), y está protagonizada por el actor cubano afincado en EE.UU Andy García (Los intocables de Elliot Ness, El Padrino III, Jennifer 8) y el mejicano Eduardo Verástegui (director y protagonista de "Bella" y conocido por sus papeles en varias telenovelas), de quien he hablado en este blog en las siguientes entradas:
También cuenta con la presencia de Peter O'Toole (Lawrence de Arabia, Becket, Cómo robar un millón y..., La noche de los generales, El hombre de la Mancha, Casino Royale) y Eva Longoria (más conocida por su papel como Gabrielle Solis, en la serie de TV "Mujeres desesperadas").

Peter O'Toole encarna al Padre Salinas. Por su parte, Eduardo Verástegui interpreta al beato Anacleto González, católico laico y dirigente de la rebelión cristera. Mientras que Andy García interpreta al militar Enrique Gorostieta y Velarde, que se levantó en armas contra sus ex compañeros de la Revolución Mejicana para defender a la Iglesia Católica, perseguida encarnizadamente desde la promulgación de la Constitución laicista de 1917, y sobre todo de la incorporación a la misma de la llamada "Ley Calles" en 1926, la cual establecía -entre otras medidas- la total suspensión del culto.

Altar con un letrero sobre el sagrario que dice: "No está aquí"
Antecedentes:

Al igual que el genocidio de la Vendée en Francia, el genocidio armenio, o la persecución religiosa en España en la II República (genocidios todos ellos -y no por casualidad- auspiciados por la Masonería), la persecución religiosa en Méjico y el movimiento cristero que se produjo como reacción a la misma ha sido ignorada sistemáticamente en todo el mundo por la Historia oficial durante ocho décadas. Suele conocerse como la "Cristiada" el conflicto que se desarrolló desde 1926 hasta 1929, aunque éste tiene su antecedente más próximo en la Revolución, en su episodio carrancista de 1914 y sus consecuencias llegaron hasta 1940, al acabar la llamada "Segunda Cristiada".

Bajo estas líneas pueden verse varias fotografías de las burlas y profanaciones sacrílegas que se llevaron a cabo tanto en Méjico (en 1927), como en España (tan sólo nueve años más tarde, en 1936), curiosamente similares y siempre producidas bajo persecución a la Iglesia Católica promovida por gobiernos cuyos miembros pertenecían a la Masonería (pinchar en las imágenes para agrandarlas):
Burla y profanación sacrílega en Méjico, 1927
Burla y profanación sacrílega en España, 1936 (1)
Burla y profanación sacrílega en España, 1936 (2)
En el marco del Simposio internacional "Persecución religiosa en México", organizado por el Ateneo Pontificio "Regina Apostolorum", el P. Fidel González Fernández, MCCJ, catedrático de Historia de la Iglesia y consultor del Vaticano de la Congregación para las Causas de los Santos, afirmó que la historia de la Iglesia en México entre 1911 y 1940 "fue tan acerba que el Papa Pío XI la comparó a la de los primeros siglos cristianos".

La burguesía criolla americana (de raza blanca) del siglo XIX, que quería liberarse del poder de la Corona española y de la influencia de la Iglesia (para explotar sin ninguna cortapisa a los indígenas), se agrupó en diferentes logias masónicas locales controladas por la Masonería estadounidense, la cual buscaba penetrar en Hispanoamérica. De entre sus filas surgiría la casta dominante -autoritaria, explotadora, descreída y jacobina-. Como consecuencia de ello, empezaron a sucederse una serie de legislaciones anticatólicas, ante las que los indios y mestizos se resistieron, en defensa de esa misma fe de la que se supone, según algunos librepensadores y anticatólicos varios, que estaban deseando liberarse para volver a sus antiguos ritos paganos sangrientos.
Indígenas junto al Sagrado Corazón de Jesús
Ya en pleno siglo XX, y muchos años después de la Revolución Mejicana, en 1926 el presidente del gobierno de Méjico, Plutarco Elías Calles, masón reconocido y uno de los fundadores PRI (Partido Revolucionario Institucional), que promulgó la Constitución de Querétaro, en 1917 -que entre otras medidas anticlericales ignoraba jurídicamente a la Iglesia Católica-, se empeñó en descristianizar México para "modernizar" el país. Para lograrlo dio inicio a una terrible persecución contra la Iglesia Católica: entre otras cosas, suprimió el culto católico y prohibió las manifestaciones públicas de fe, prohibió el uso del traje talar -sotana- a los sacerdotes y religiosos, ordenó el cierre de las escuelas católicas y de los conventos, así como la expulsión de los sacerdotes extranjeros y la limitación del número de los sacerdotes a unos 300 para todo Méjico.
El presidente de Méjico Plutarco Elías Calles (en el centro, con bigote) y otros "hermanos",  en una logia masónica
Para defender su religión y libertad de culto, muchos campesinos y rancheros -hombres, mujeres y niños-, mayormente gente sencilla y sin entrenamiento militar, resistió empuñando las armas. Sin embargo, no todos los Cristeros formaron parte de la resistencia armada: hubo muchos mártires (algunos de ellos beatificados o canonizados por el Venerable Juan Pablo II), entre ellos sacerdotes, religiosos y católicos laicos, que fueron perseguidos y asesinados sin haber formado parte de la resistencia armada, sino sólo por su fe, en lo que se conoce como "Odium Fidei" (odio a la fe). Uno de ellos fue el Beato Miguel Agustín Pro, S.I., más conocido como el Padre Pro. Las imágenes de su asesinato, difundidas por el propio gobierno mejicano de entonces, son bien conocidas en todo el mundo. En ellas se le ve con los brazos en cruz, con un rosario en una mano y un Crucifijo en la otra. Antes de ser disparado sólo exclamó: "¡Viva Cristo Rey!".

Fotografías del martirio del Beato P. Miguel Agustín Pro, S.I.

Ninguno de los mártires fue sometido a juicio alguno; ninguno fue condenado por crimen alguno demostrado, ninguno bajo la legalidad. El Ejército que apoyaba al gobierno comenzó a llamarles despectivamente "Cristeros", por llevar una cruz sobre el pecho y por gritar "Viva Cristo Rey" antes de ser fusilados.
P. Francisco Vera, fusilado en 1927 por oficiar la Santa Misa
Los Cristeros a quienes se hacía prisioneros eran fusilados. También se aplicaba la pena de muerte a quienes ayudaban a los rebeldes, e incluso a quienes bautizaban a sus hijos,  contraían matrimonio religioso, o asistían a las Misas clandestinas. Muchos civiles perecieron en matanzas colectivas, la tortura se practicaba sistemáticamente, no solo para obtener información, sino también para hacer abjurar de su fe a los católicos. Según Jean Meyer: "Caminar con las plantas de los pies en carne viva, ser degollado, quemado, deshuesado, descuartizado vivo, colgado de los pulgares, estrangulado, electrocutado, quemado por partes con soplete, sometido a la tortura del potro, de los borceguíes, del embudo, de la cuerda, ser arrastrado por caballos... Todo esto era lo que esperaba a quienes caían en manos de los federales" (La Cristiada, tomo III, págs. 251-252).
Católicos ahorcados en Jalisco durante la Cristiada
El gobierno acabó aceptando un compromiso, superado por el tremendo apoyo popular que levantaban los Cristeros en su avance, que sólo se vio frenado por la orden llegada de la Santa Sede de deponer inmediatamente las armas y que, pese a los éxitos, fue diligentemente obedecida. El 21 de junio de 1929, el gobierno y la Iglesia firmaron unos acuerdos (conocidos como los "Arreglos") para lograr la reconciliación, aunque el gobierno no los cumplió. Los dos Obispos -extranjeros- que participaron en los "Arreglos" no cumplieron las Normas escritas que SS. Pío XI les había dado, pues no tuvieron en cuenta el juicio de los Obispos mejicanos, ni el de los Cristeros o la Liga Nacional; tampoco consiguieron la derogación de las leyes persecutorias de la Iglesia; y menos aún obtuvieron garantías escritas que protegieran la suerte de los cristeros una vez depuestas las armas. Puede afirmarse que, finalmente, los Cristeros fueron vencidos por la traición y el engaño, pero gracias a su sacrificio la Iglesia Católica pudo sobrevivir en el país, aunque de manera ilegal, a lo largo de gran parte del siglo XX.

Unos días después de los "Arreglos" logrados sobre todo por los masones Morrow y Portes Gil, el 27 de junio de 1929, los masones dieron un gran banquete al presidente Portes Gil, el cual a los postres habló "a sus reverendos hermanos":

Venerables hermanos: Mientras el clero fue rebelde a las instituciones y leyes del gobierno de la República, estuve en el deber de combatirlo como se hiciese necesario... ahora, queridos hermanos, el clero ha reconocido plenamente al Estado y ha declarado sin tapujos que se somete estrictamente a las leyes... La lucha no se inicia, la lucha es eterna.
La lucha se inició hace veinte siglos. De suerte, pues, que no hay que espantarse: lo que debemos hacer es estar en nuestro nuevo puesto, no caer en el vicio en que cayeron los gobiernos anteriores... que tolerancia tras tolerancia, y contemplación tras contemplación, los condujo a la anulación absoluta de nuestra legislación. Lo que hay que hacer, pues es estar vigilantes. Los gobernantes y los funcionarios públicos, celosos de cumplir la ley y de hacer que se cumpla. Y mientras esté yo en el gobierno, ante la Masonería yo protesto que seré celoso de que las leyes de México, las leyes constitucionales que garantizan plenamente la conciencia libre, pero que someten a los ministros de las religiones a un régimen determinado; yo protesto, digo, ante la Masonería que mientras yo esté en el gobierno se cumplirá estrictamente con la legislación.
En México, el Estado y la Masonería en los últimos años han sido una misma cosa: dos entidades que marchan aparejadas, porque los hombres que en los últimos años han estado en el poder han sabido siempre solidarizarse con los principios revolucionarios de la Masonería".

(Del discurso pronunciado por el presidente de México, Emilio Portes Gil, el 27 de julio de 1929 ante los líderes de la Masonería, tras la firma de los "Arreglos" que pusieron fin al levantamiento Cristero. En Carlos Alvear Acevedo (1988): Episodios de la Revolución mexicana, Jus, México; pág. 330s).

Recomiendo leer:

Del P. José María Iraburu (en Catholic.net):
También puede leerse en:

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