viernes, 15 de abril de 2016

Análisis de la Exhortación Apostólica post-sinodal "Amoris laetitia", del Papa Francisco (Parte IV)

El capítulo quinto de la Exhortación, que se inicia en el punto nº 165, como dije en la anterior entrada dedicada a analizar el documento (ver aquí), se llama "El amor que se vuelve fecundo". En esta entrada que ahora comienzo me centraré tanto en el capítulo quinto, como en el sexto, en los que el Papa ya aborda bastantes temas polémicos, como la anticoncepción, el concubinato o amancebamiento, el adulterio, el acceso a la Comunión por parte de los adúlteros, el divorcio, la muerte o sus ideas personales sobre el Más Allá.

En el punto 167 vuelve a reincidir en la idea de "paternidad responsable" -un eufemismo para referirse a la anticoncepción-, volviendo a sacar de contexto una frase de una carta enviada a la ONU por San Juan Pablo II, a la que parece querer dar una intención completamente diferente a la que refleja la Encíclica "Humanae vitae" de Pablo VI, que, como ya he mencionado, niega esa "libertad inviolable" de la conciencia de los esposos para limitar el número de hijos; concepción totalmente ajena al Magisterio de la Iglesia y a la intención tanto de Pablo VI, como de San Juan Pablo II, pese a que el Papa Francisco se esfuerce en buscar frases suyas que se presten a ser malinterpretadas para darles un sentido rupturista con el Magisterio y la moral católica, que en realidad no tienen. Sirva de ejemplo lo dicho en la Carta Encíclica "Humanae vitae", punto 10, que mencioné en la entrada anterior: "en la misión de transmitir la vida, los esposos no quedan, por tanto, libres para proceder arbitrariamente, como si ellos pudiesen determinar de manera completamente autónoma los caminos lícitos a seguir, sino que deben conformar su conducta a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos y constantemente enseñada por la Iglesia". Y más adelante: "no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien, es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien individual, familiar o social".

En el punto 181, el Papa Francisco aprovecha la ocasión para mostrar sus gustos literarios, reflejo a su vez de sus querencias políticas, al citar un verso del escritor izquierdista uruguayo Mario Benedetti, en el que, entre otras cosas dice: "te quiero porque tus manos trabajan por la justicia". No precisa más comentarios.

En el punto 183, el Papa, citando el Evangelio -nuevamente cortando el final para darle otra intención de la expresada en las propias Sagradas Escrituras-, afirma: "'Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos, y serás dichoso' (Lc 14,12-14). ¡Serás dichoso! He aquí el secreto de una familia feliz". Pero lo que Cristo dijo, y que San Lucas refleja en el versículo 14, fue: "Y feliz serás, porque ellos no tienen cómo retribuirte, sino que te será retribuido en la resurrección de los justos". La diferencia es notable: además de que el contexto no tiene nada que ver con la familia, la mencionada dicha no viene por el hecho de dar, materialmente hablando, a los que menos tienen, sino que se debe a que, como éstos no te lo pueden pagar, Dios te lo pagará después de la resurrección. Como puede apreciarse, la idea de trascendencia y de justicia divina -Dios es remunerador, tanto de lo bueno, como de lo malo- está totalmente ausente de la idea de justicia humana en la que el Papa tanto insiste, tanto en esta Exhortación como en otras intervenciones suyas.

No hace falta ser ningún experto en Exégesis bíblica para darse cuenta de que la interpretación que en el punto nº 185 el Papa hace de la primera Carta a los Corintios (I Co 11, 17-34) está totalmente alejada de la que siempre le ha dado la Iglesia. Se trata, justamente, de aquella gravísima advertencia del Apóstol San Pablo para que nadie ose acercarse a recibir la Sagrada Comunión indignamente -esto es, en pecado moral-, so pena de hacerse reo de su propia condenación. Para el Papa Francisco la Iglesia ha estado confundida durante más de dos mil años, interpretándolo "fuera de su contexto, o de una manera muy general, con lo cual se puede descuidar su sentido más inmediato y directo, que es marcadamente social". ¡Casi nada! En el siguiente punto, el 186, reincide en la misma idea, totalmente extraña a la Doctrina católica. Sorprenden, pues, sus frases: "Quien se acerca al Cuerpo y a la Sangre de Cristo no puede al mismo tiempo ofender este mismo Cuerpo provocando escandalosas divisiones y discriminaciones entre sus miembros" o "Cuando quienes comulgan [...] consienten distintas formas de división, de desprecio y de inequidad, la Eucaristía es recibida indignamente", siendo el tema de la Comunión en pecado mortal -de los adúlteros, por ejemplo-, que ahora ha puesto encima de la mesa, la que está provocando las mayores divisiones entre católicos desde hace siglos, despreciando, además, a aquellos que se limitan a advertir, siguiendo al Apóstol San Pablo y como siempre lo ha interpretado la Iglesia, de la gravedad de comulgar en pecado mortal.

Hasta aquí el capítulo quinto. El capítulo sexto trata sobre algunas perspectivas pastorales.

Los primeros puntos ya dan idea de todo el capítulo: "hay que entablar un diálogo y una cooperación con las estructuras sociales, así como alentar y sostener a los laicos que se comprometen, como cristianos, en el ámbito cultural y sociopolítico". Eso dice el punto 201. De trascendencia y de Dios, nada de nada. En la misma línea sigue el punto 204, donde habla de "la necesidad de la formación de agentes laicos de pastoral familiar con ayuda de psicopedagogos, médicos de familia, médicos comunitarios, asistentes sociales, abogados de minoridad y familia, con apertura a recibir los aportes de la psicología, la sociología, la sexología, e incluso el 'counseling'". Esto vuelve a verse, de nuevo, en el punto 211, donde el Papa vuelve a sacar a relucir un inexistente enfrentamiento entre la Doctrina y la praxis de la Iglesia -que lógicamente se deriva de ella-, al afirmar: "Estos aportes no son únicamente convicciones doctrinales, ni siquiera pueden reducirse a los preciosos recursos espirituales que siempre ofrece la Iglesia, sino que también deben ser caminos prácticos, consejos bien encarnados, tácticas tomadas de la experiencia, orientaciones psicológicas". Sin negar explícitamente esos "recursos espirituales", pero despreciándolos o dejándolos de lado, vuelve a poner de relieve su visión psicologista, que impregna todo el documento.

En el punto 212 recurre a una falacia al hablar de "algunas uniones de hecho que nunca llegan al casamiento porque piensan en festejos demasiado costosos, en lugar de dar prioridad al amor mutuo y a su formalización ante los demás". Si ya eran "uniones de hecho" -la Iglesia siempre lo ha llamado "concubinato" o "amancebamiento"-, es que mucha prioridad no le daban ni al Decálogo -sexto mandamiento-, ni al aspecto sagrado de la unión que se realiza y culmina en el sacramento del Matrimonio. No se debe, pues, a ningún aspecto económico. Cristo no instituyó este sacramento para los ricos. Quien tiene temor de Dios no vive amancebado porque la celebración de la boda sea cara: se casa por la Iglesia aunque no realice ninguna celebración. Lo otro es una simple excusa barata y una muy mala justificación de las parejas que viven en pecado. Parece increíble que pida a los novios "colocar el amor por encima de todo", incluso contraviniendo el primer mandamiento del Decálogo, que exige colocar a Dios por encima de todo, incluso por encima del amor humano.

En el punto 222 vuelve a incidir en su mal entendida idea de la "planificación familiar", es decir, al uso de la sexualidad, cuyo primer y principal fin es la procreación, limitando voluntariamente ésta, lo cual siempre ha prohibido la Iglesia por su intrínseca inmoralidad. Donde dice que "se ha de promover el uso de los métodos basados en los 'ritmos naturales de fecundidad'", cita el punto 11 de "Humanae vitae", pese a que dicho punto de la Encíclica de Pablo VI no dice tal cosa, por más que se entrecomille. No sólo no dice eso: dice lo contrario. Únicamente por causas muy graves se podría recurrir -y sólo temporalmente- a las prácticas sexuales en períodos infértiles, como deja absolutamente claro "Humanae vitae". Cosa diferente es que "estos actos, con los cuales los esposos se unen en casta intimidad, y a través de los cuales se transmite la vida humana, son, como ha recordado el Concilio, 'honestos y dignos', y no cesan de ser legítimos si, por causas independientes de la voluntad de los cónyuges, se prevén infecundos, porque continúan ordenados a expresar y consolidar su unión". Por tanto, no es lícita la eufemísticamente denominada "planificación familiar", llevada a cabo voluntariamente con la finalidad de limitar el número de hijos o impedir la procreación. Nuevamente, este punto de la Exhortación intenta modificar subrepticiamente la Doctrina, Moral y Magisterio de la Iglesia recurriendo a subterfugios, incluso citando pasajes de documentos de otros Papas que no sólo se tergiversan, sino que se inventan, pues el documento citado dice todo lo contrario a lo aquí sugerido.

El punto 228 habla de un matrimonio formado por una persona bautizada y otra no bautizada, cuando tal cosa es imposible, como así lo recoge el parágrafo 1 del canon 1086 del Código de Derecho Canónico: "Es inválido el matrimonio entre dos personas, una de las cuales fue bautizada en la Iglesia católica o recibida en su seno, y otra no bautizada". Para sugerir tal idea, el Papa vuelve a recurrir al Evangelio para dar a entender lo contrario, al citar I Co 7, 14, donde se habla de un marido "no creyente", sin aclarar que en los primeros tiempos de la predicación apostólica todo el mundo era "no creyente" (no cristiano) hasta que oía el Evangelio y se convertía; de ahí que hubiera personas casadas con otras que aún no eran cristianas, no porque se casaran, siendo ya cristianas, con alguien no bautizado. No aclara a los fieles -que suelen desconocerlo- que incluso el matrimonio entre un fiel católico y un hereje protestante o cismático ortodoxo está prohibido; aunque en estos casos el Ordinario sí puede dar dispensa para que se efectúe el matrimonio, pese a las dificultades obvias, porque el sacramento del Bautismo de la otra parte es válido.

En el punto 241 el Papa Francisco, citándose a sí mismo, dice que la separación de los cónyuges a veces es "moralmente necesaria", citando a continuación la Exhortación Apostólica "Familiaris Consortio", de San Juan Pablo II, sin aclarar que en la frase citada éste se está refiriendo a los cónyuges que se separan y no vuelven a unirse a nadie o a casarse de nuevo por lo civil, y que pone el énfasis en que la soledad y las dificultades suelen afectar a la parte inocente, instando a la comunidad eclesial a sostenerle para que conserve la fidelidad, para ayudarle a cultivar el perdón y la disponibilidad a reanudar eventualmente la vida conyugal anterior.

En el punto 243 ya se refiere directamente a los adúlteros, a los que dice que hay que hacerles sentir "que no están excomulgados", y vuelve a citarse a sí mismo para decir que "siempre integran la comunión eclesial". Lo que no dice es que a los adúlteros no les ha excomulgado nadie, sino que son auto-excomulgados: no pueden recibir los sacramentos porque para ello es preciso estar en gracia de Dios, para lo cual se requiere la absolución sacramental, que a su vez sólo se puede recibir cuando existe arrepentimiento de todos los pecados cometidos -también del adulterio-, y firme propósito de no volver a cometerlos y de evitar las ocasiones de pecado. Los adúlteros no son diferentes al resto de los católicos en relación con el perdón de los pecados: deben cumplir exactamente los mismos requisitos que todos los demás fieles católicos, de tal manera que si no se arrepienten de algún pecado o no tienen propósito de no volver a cometerlo, su confesión es inválida y sacrílega, no se les perdona ningún pecado, y además añaden otro más: el sacrilegio de esa confesión. Contra lo que dice el Papa Francisco, no hay nada que discernir: Dios prohibió explícitamente el adulterio en el sexto mandamiento del Decálogo (No cometerás adulterio) y Cristo no sólo lo ratificó, sino que prohibió explícitamente el divorcio -al que condenó como una mera componenda humana opuesta a la voluntad de Dios-, considerando adúltera a cualquiera de las partes que tras el divorcio se uniera con otra persona, y a esa tercera persona también. Como no podía ser menos, así lo ha enseñado siempre la Iglesia desde que fuera fundada. La reciente costumbre de emplear un lenguaje "políticamente correcto" para supuestamente no ofender -me refiero a la forma de referirse a los adúlteros como "divorciados en nueva unión"-, lejos de ser "misericordiosa" o caritativa, induce a los propios adúlteros a minimizar la gravedad de su pecado y evitar así que se arrepientan de él y lo abandonen cuanto antes; en primer lugar por amor a Dios, que es el primer ofendido, pero también por el riesgo cierto de condenación eterna de su alma si muriesen en ese estado de pecado mortal.

En el punto 247 enlaza, no por casualidad, la idea anteriormente comentada con la recepción de la Comunión en los matrimonios mixtos -entre un católico y un hereje o cismático bautizado-. Lo que no dice es que los matrimonios mixtos están prohibidos, como ya he señalado anteriormente, y que su celebración es una excepción que requiere una dispensa especial del Ordinario. Si el matrimonio mixto es considerado así, está completamente prohibido dar la Comunión eucarística a cualquier hereje -luterano, anglicano, etc.- en cualquier circunstancia; y sólo excepcionalmente -y con permiso- a un ortodoxo. Cuando el Papa añade "de acuerdo con las normas vigentes en la materia", pretende dar la idea de que los protestantes pueden comulgar en algunas ocasiones, cuando son precisamente esas normas vigentes las que lo prohíben. Además, esas normas no pueden dejar de estar vigentes pues no son sólo normas, sino que las condiciones para recibir el sacramento de la Comunión están definidas dogmáticamente desde el Concilio de Trento y, por tanto, es algo irreformable. Es falso, pues, lo expresado en este punto sobre que "los cónyuges de un matrimonio mixto tienen en común los sacramentos del bautismo y el matrimonio, compartir la Eucaristía sólo puede ser excepcional". No pueden "compartir" ninguna Eucaristía en ninguna circunstancia; sólo en el caso de los ortodoxos sería algo excepcional.

En la misma línea, es sorprendente que en lugar de aclarar a los fieles católicos que no pueden contraer matrimonio con personas no bautizadas, el Papa se lamente de que en algunos países no se permita casarse a esas parejas por no haber "libertad de religión". Asimismo, tampoco aclara que incluso en los matrimonios mixtos -entre bautizados-, sólo se permite contraer matrimonio si la parte no católica se compromete a permitir que los hijos habidos en dicho matrimonio sean educados en la fe católica; en caso contrario, el matrimonio está prohibido.

A partir del punto 253 el Papa se dedica a hablar de la muerte -del cónyuge o de un hijo, fundamentalmente-, pero centrándose en la pérdida material de esa persona, desaprovechando así una gran oportunidad para recordar a los fieles la ineludible existencia de los Novísimos, a los que nos vamos a enfrentar todos: muerte, juicio, infierno o gloria -escribo "o" en lugar de "y", pues no pretendo sólo enumerarlos, y es obvio que quien va al infierno no va a la gloria, y viceversa-, sin olvidar el purgatorio. En este sentido es más que sorprendente lo que afirma: "Tampoco es la mejor expresión de amor recordarla [a la persona querida que ha fallecido] y nombrarla a cada rato, porque es estar pendientes de un pasado que ya no existe, en lugar de amar a ese ser real que ahora está en el más allá". Precisamente porque existe y está en el "más allá" (sic), salvo que haya sido un santo, lo más probable es que se encuentre en el Purgatorio. ¿Cómo no vamos a acordarnos de ella y rogar a Dios, en caridad, por el alma de esa persona, para que salga de ese terrible estado y llegue al Cielo? El punto 256 deja entrever la falsa creencia -no católica- de que todas las personas se salvan: "Nos consuela saber que no existe la destrucción completa de los que mueren, y la fe nos asegura que el Resucitado nunca nos abandonará". Es dogma de fe, pues así lo aseguró Él mismo, que el Resucitado, Nuestro Señor Jesucristo, sí abandonará a los réprobos -las personas condenadas-, por lo que no sé cómo alguien puede consolarse ante la idea de que no exista la destrucción completa de los que mueren, que a su vez implica el reconocimiento de la eterna existencia en el infierno de todos aquellos que no se salvan. También es dogma de fe que quien muere en pecado mortal va al infierno, y es contrario a la fe católica, como ya he señalado, la errónea y herética creencia de que todo el mundo se salva. Tanto en este punto como en los inmediatamente posteriores, se trata de ocultar a los fieles católicos la posibilidad real de la condenación eterna, con las nefastas consecuencias que dicha ocultación puede provocar -y provoca- en el eterno destino de su alma inmortal. Las citas bíblicas a las que recurre se refieren únicamente a quienes han muerto en gracia de Dios. No son genéricas, ni aplicables a cualquiera que muera, pues no incluyen a los condenados.

En el punto 257, sorprende de nuevo la manipulación que se hace de las Sagradas Escrituras para darles una significación sociopolítica que no tienen. Concretamente, cuando cita los versículos 9 al 11 del capítulo 6 del Apocalipsis, afirma: "El Apocalipsis presenta a los mártires intercediendo por los que sufren la injusticia en la tierra". Sin embargo, dicho pasaje no dice tal cosa, ni la sugiere: describe a los mártires, a quienes se ha asesinado a causa de su fe, clamando a Dios venganza por su sangre derramada; pero se les pide paciencia hasta que se complete el número de los mártires, momento en el cual Dios les hará justicia. Esta es la transcripción literal del mencionado pasaje: "Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados por la causa de la Palabra de Dios y por el testimonio que mantuvieron; y clamaron a gran voz, diciendo: '¿Hasta cuándo, oh Señor, Santo y Veraz, tardas en juzgar y vengar nuestra sangre en los habitantes de la tierra?' Y les fue dada una túnica blanca a cada uno; y se les dijo que descansasen todavía por poco tiempo hasta que se completase el número de sus consiervos y de sus hermanos que habían de ser matados como ellos". Como puede observarse, apenas tiene algo que ver con el tema tratado en este capítulo, y absolutamente nada que ver con la libre reinterpretación, en clave sociopolítica, que el Papa quiere darle aprovechando la ocasión. Aunque todos los mártires han sufrido, en razón de su propio martirio, injusticia en la tierra, no todos los que sufren la injusticia en la tierra son mártires, pues para serlo no basta sufrir cualquier tipo de injusticia -especialmente la injusticia social, que es a la que el Papa se refiere de manera reiterada-, sino que hay que padecer muerte en defensa de la Fe católica, como literalmente dicen esos versículos. Además, es bien claro que en ese pasaje los mártires no intercedían por ninguna persona viva que sufre injusticia, sino que piden venganza a Dios por sus muertes.

Y con lo dicho hasta aquí termina el capítulo sexto. En la próxima entrada dedicada al análisis de esta Exhortación Apostólica, entraremos en la recta final del documento, que analizaré a partir del punto en el que acabo de dejarlo; es decir, a partir del nº 259, con el que comienza el séptimo capítulo, en adelante.

5 comentarios :

  1. En el punto 212 recurre a una falacia al hablar de"algunas uniones de hecho que nunca llegan al casamiento porque piensan en festejos demasiado costosos"

    Además de una gran falacia, como señala usted, es engañar de mala manera, como todo lo que hace este sujeto. Me casé hace seis meses, y tras la boda, nos reunimos unos cuantos familiares para cenar. Punto. Todo bastante austero. El cura nos dijo que diésemos la voluntad. Nada de impuestos ni "tarifas" por las nubes, como el mismo Bergoglio llegó a denunciar con el perverso fin de malmeter. Lo único que buscamos fue la bendición de Dios.

    Ps. Gracias por su trabajo. Dios se lo pagará.


    @olorapescadero

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  2. Estas declaraciones a la vuelta de Grecia son material complementario para el próximo comentario al horror de capítulo VIII:

    http://www.infovaticana.com/2016/04/17/francisco-asegura-saludo-bernie-sanders-fue-educacion-no-politica/

    Destaco de su magisterio «aeronáutico»:

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    P.—Quisiera hacer una pregunta sobre la exhortación «Amoris laetitia»: como usted bien sabe ha habido muchas discusiones sobre uno de los puntos: algunos sostienen que no ha cambiado nada para que los divorciados que se han vuelto a casar accedan a los sacramentos; otros sostienen que ha cambiado mucho y que hay muchas nuevas aperturas. ¿Hay nuevas posibilidades concretas o no?

    R.—Yo puedo decir que sí. Pero sería una respuesta demasiado pequeña. Les recomiendo que lean la presentación del documento que hizo el cardenal Schönborn, que es un gran teólogo y que ha trabajado en la Congregación para la Doctrina de la Fe.

    P.—¿Por qué puso en una nota y no en el texto la referencia al acceso a los sacramentos?

    R.—Escuche, uno de los útlimos Papas, hablando sobre el Concilio, dijo que había dos concilios: el Vaticano II, en San Pedro, y el de los medios de comunicación. Cuando convoqué al primer Sínodo, la gran preocupación de la mayor parte de los medios era: ¿podrán comulgar los divorciados que se han vuelto a casar? Como yo no soy santo, esto me dio un poco de fastidio y un poco de tristeza. Porque esos medios no se dan cuenta de que no es ese el problema importante. La familia está en crisis, los jóvenes ya no quieren casarse, hay una disminución de la natalidad en Europa que es para llorar, la falta de trabajo, los niños crecen solos… Estos son los grandes problemas. No me acuerdo de esa nota, pero si está en una nota es porque se trata de una cita de la «Evangelii gaudium».

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    ¡Tela marinera, nos remite a la presentación de Schönborn, la de la «revolución ligüística»!

    Esto es el acabose, Honorio queda a su lado como el paladín de la ortodoxia

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    1. Esto cuenta un comentarista en el último artículo de Fray Gerundio:

      http://adelantelafe.com/amoris-laetitia-tocata-fuga/

      «Hoy, en el avion de regreso a Roma, en la conferencia de prensa, a Francisco le hicieron una pregunta muy directa sobre la exhortación:
      »“Algunos sostienen que nada ha cambiado con respecto a la disciplina que regula el acceso a los sacramentos para los divorciados y vueltos a casar, y que la ley y la práctica pastoral y, obviamente, la doctrina sigue siendo la misma; otros sostienen en cambio que mucho ha cambiado y que hay muchas nuevas aperturas y posibilidades. La pregunta es para una sola persona, un católico, que quiere saber: ¿Existen nuevas posibilidades concretas , que no existían antes de la publicación de la Exhortación o no?”
      »Francisco dió una respuesta algo larga, pero contenía una rotunda afirmación:
      »“Io posso dire sì. Punto.”
      »En español: “Puedo decir que sí. Punto.”»

      El comentarista sigue ilustrando el alcance que quiere darle a la excreción apostólica Los amores de la Leti:

      «Ya con eso entendemos que Francisco claramente admitió que SI HUBO CAMBIOS.
      »Ahora, con lo de la presentación que hizo el Cardenal Schonborn, el cardenal contradice a TODOS lo de la Jerarquía al implicar que Amoris Laetitia sí es un documento Magisterial:
      »“Para decirlo ya de antemano: los documentos de la Iglesia a menudo no pertenecen a un género literario de los más asequibles. Este texto del Papa es legible. Y el que no se deje asustar por su longitud encontrará alegría en la concreción y el realismo de este documento. El Papa Francisco habla de las familias con una claridad que pocas veces se encuentra en los documentos del magisterio de la Iglesia.”- Card. Schonborn, Presentando a AL
      »Y sigue el Cardenal en su presentación:
      »“El Papa Francisco ha puesto su exhortación bajo el lema: “Se trata de integrar a todos” (AL 297), porque se trata de una comprensión fundamental del Evangelio: ¡Todos necesitamos misericordia! “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra” (Juan 8: 7). Todos nosotros, independientemente del matrimonio y la situación familiar en la que nos encontramos, estamos en camino. Incluso un matrimonio en el que todo “va bien” está en camino. Debe crecer, aprender, superar nuevas etapas. Conoce el pecado y el fracaso, necesita reconciliación y nuevos comienzos, y esto hasta edad avanzada. (AL 297).”
      »Y para rematar:
      »“Mi gran alegría ante este documento reside en el hecho de que, coherentemente, supera la artificiosa, externa y neta división entre “regular” e “irregular” y pone a todos bajo la instancia común del Evangelio, siguiendo las palabras de San Pablo: “Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos misericordia”. (Rom 11, 32).
      »Puso, en terminos prácticos, este cardenal, al matrimonio sacramental igual que el adulterio.
      »Y con esto se confirma lo que EN NUESTRAS CARAS DIJO FRANCISCO a Francis X. Rocco (reportero del Wall Street Journal) en el avion de regreso de Grecia:
      »“Io posso dire sì. Punto.”
      »Que no quede duda que Francisco ha cambiado de facto, la enseñanza Magisterial de la Iglesia.»

      Es para llorar.

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    2. Bueeeno, hay controversia sobre eso de «“Io posso dire sì. Punto.»

      http://www.onepeterfive.com/video-pope-francis-comments-on-divorced-remarried/

      Parece ser que esta respuesta tan enfática no se ha recogido en las transcripciones. Pero el vídeo, como el algodón, no engaña: véanse además los gestos y el ensalzamiento de un teólogo tan dudoso como Schönborn.

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  3. Intentaré incorporar todas las nuevas aportaciones que han hecho en sus comentarios, por los que les doy las gracias. La verdad es que hay muchísimo material. Pero vamos, que cada vez está todo mucho más claro. Como se apunta en uno de los comentarios, en concreto el que habla sobre las declaraciones del Papa en su viaje de vuelta de Grecia, para él esos son los grandes problemas de los que se debe ocupar: la crisis de la familia, que los jóvenes no quieran casarse, la disminución de la natalidad en Europa, la falta de trabajo, que los niños crecen solos... ¿Suena mucho a partido político, sindicato u ONG? En el ámbito religioso, donde cada vez hay problemas más graves, como la creciente división que se está produciendo en la Iglesia, así como la apostasía generalizada -in crescendo-, no parecen prioritarios.

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