domingo, 13 de noviembre de 2011

Cine y películas sobre sacerdotes (I): "Las llaves del Reino" (1944)

Con el análisis de una serie de películas que tratan sobre sacerdotes pretendo, por una parte, mostrar cómo ha influido el cine en la imagen que de ellos tiene la opinión pública, y por otra, recomendar aquellas que dan una imagen justa y positiva de los sacerdotes. No pretendo hacer publicidad a aquellas películas que tienen un descarada intencionalidad anticlerical y anticatólica, y cuyos guiones constituyen auténticos libelos. Como mucho, trataré de desenmascarar algunas películas generalmente consideradas católicas, pero que en realidad no lo son, sino más bien lo contrario, dando de los sacerdotes una imagen negativa o alabando a malos sacerdotes contrarios a la doctrina católica.

Me ha sorprendido encontrarme en un listado de películas "católicas" de Internet la que voy a comentar en esta entrada. Sin duda, trata de un sacerdote católico. Pero de eso, a decir que la película es católica, media un abismo. De hecho, yo más bien la consideraría anticatólica, pues trata de socavar la doctrina católica en puntos esenciales de la misma, y pone como ejemplo de sacerdote a uno que, si acaso, es un mal ejemplo como sacerdote. Pero lo hace de una forma ladina, sin que apenas se note, haciendo que el espectador tome partido por él, y, de paso, por las creencias que profesa, siendo éstas falsas.

La película en cuestión, "Las llaves del reino" (1944), producida por Joseph L. Mankiewicz -director y productor estadounidense, hijo de padres judíos alemanes que emigraron a EE.UU-, intenta hacer simpático al espectador a un sacerdote -interpretado por Gregory Peck- contrario a la doctrina católica, que es su razón de ser y el motivo por el cual es sacerdote: conservar y trasmitir la doctrina, por mandato expreso del propio Jesucristo, y dispensar los sacramentos, únicos medios con los que cuentan las personas para salvar su alma inmortal. Las ideas heterodoxas del sacerdote que presenta esta obra se ponen de manifiesto desde el principio de la misma, cuando situando la escena en 1938, se citan unas afirmaciones suyas realizadas en Semana Santa que atribuyen la salvación a los ateos y el "mejor humor" de los confucianos.

El sacerdote, escocés, es hijo de padre católico y madre protestante. Como es obligatorio en cualquier matrimonio mixto, además de pedir la correspondiente dispensa para poder contraerse, la parte católica se compromete a educar a sus hijos en la fe católica. En caso contrario -que no exista dicha intención- el matrimonio podría ser considerado inválido y ser causa de nulidad. Pese a la permisión de la Iglesia de aceptar el matrimonio mixto con esta condición, siempre existe un riesgo para la fe, tanto de la parte católica, como de los hijos de tal matrimonio. Este es uno de esos casos, en que la fe se ve ciertamente en peligro por la influencia de creencias heterodoxas de la parte no católica.

Presenta como negativo que el sacerdote, antes de serlo, acudiese a una Universidad católica, o la influencia de ésta y el trato con otras personas católicas de su entorno, porque le puedan alejar de su relación con una mujer -deja entrever que la Iglesia "secuestra" a ciertos hombres y les impide ser felices casándose, como si abrazar el sacerdocio no fuera una decisión personal, tomada libremente, y fuera incompatible con ser feliz-.


En la Universidad, el sacerdote que va a dirigir el seminario -futuro obispo- es olvidadizo, superficial y se presenta a sí mismo como comilón y bebedor -hasta hace una alusión a los vinos exóticos que solían gustar sus antecesores en el obispado-. Él es el encargado de comunicarle que su novia, al no poder resistir que se marchara a la Universidad y la posibilidad de que se convirtiera en sacerdote, se dio a la mala vida, dando a luz una hija de padre desconocido, enfermando y muriendo. Pone, pues, la posible decisión de abrazar el sacerdocio como causa de la desgracia de la chica, a la que exime por ello de su propia responsabilidad.

En otro momento de la película el ya sacerdote tiene una charla con su nuevo obispo, ya mencionado anteriormente, y en ella hablan del mejor amigo del sacerdote, que es ateo y, según él, una de las personas más buenas que conoce, a lo que el obispo replica que "los ateos tienen un buen motivo para serlo". Como si los creyentes tuvieran bula para no serlo y, de hecho, no lo fueran. Es la famosa y deformada idea que muchos no católicos tienen de nosotros: que podemos ser malísimos porque luego contamos con el sacramento de la Confesión que nos perdona todo. Sin duda, eso no es lo que creemos los católicos, ni lo que manda la Iglesia. Pero sí es la visión distorsionada de mucha gente, especialmente de gente anticatólica que gusta de dar una imagen de los católicos como hipócritas sin escrúpulos.

Posteriormente, hace una referencia a lo diferente que era China cuando llegó de misionero, comparada con la época en que narra los hechos -cuando el Partido Comunista Chino luchaba por establecer un régimen comunista, lo cual lograría poco después, tras una revolución y guerra civil-. Según el sacerdote, antes China estaba "expoliada, abandonada por el mundo y hambrienta". Sin duda, para este sacerdote el republicanismo, primero, y el Comunismo, después, representan la salvación de China. El ateísmo de Estado obligatorio, la persecución a la Iglesia o los millones de asesinatos del Comunismo allí, parecen peccata minuta. Para él, en el momento de narrarlo, China es el Paraíso en la tierra: tiene "dignidad, unidad y un lugar en el sol". Vamos, propaganda comunista en toda regla, pese a la criminalidad y anticatolicismo de tan nefasta ideología, y su condena expresa por parte de la Iglesia.

En la misión en China las conversiones eran falsas, según la película, pues los conversos lo eran porque les daban arroz. El primer cristiano chino "auténtico" que aparece y que se convierte en su ayudante, no parece tener ningún problema moral en robar huevos, lo cual al sacerdote parece no importarle. También propone al sacerdote fingir una fractura para hacer ver que le ha curado y, así, hacer "propaganda" (sic) del dispensario que han montado en la misión. De nuevo, da una idea falsa de la moral católica, dando a entender que un católico puede recurrir al hurto o al fingimiento para conseguir sus presuntos fines -que parecen ser cualquier cosa menos la salvación de su alma-.

El sacerdote es útil porque salva el cuerpo -en este caso, ejerciendo la medicina-. El alma, ¿qué más da? Cuando desde Europa llegan las monjas a la misión, la madre superiora, sin duda influenciada por la ideología nazi, dice al sacerdote, con un tono muy soberbio, que la santa pobreza de su orden no le exige mendigar. Cuando luego escribe a su superiora en Europa, se lamenta de estar en un lugar en el que tiene que considerar a todas las criaturas iguales -como si pensara que no lo son- por haberlo decidido así. Más adelante se sabrá que la madre de la religiosa es una baronesa austríaca. Con ello se pretende hacer un guiño a la lucha de clases y justificarla, pues esta religiosa sirve de ejemplo para hacer ver que las clases altas consideran inferiores a las personas que no lo son y hasta les resultan desagradables.


En otra escena, su amigo médico dice que el sacerdote cree en Jesucristo, que el general republicano al que se dirige probablemente crea en Confucio, y que él cree en la profilaxis. De nuevo, contrapone dos cosas totalmente compatibles, como si no lo fueran. ¿Acaso los católicos no creemos en la profilaxis? La diferencia es que los católicos no idolatramos la ciencia o la técnica, que son medios, no fines.

Tras un ataque de las tropas imperiales -que son los "malos" de la película, junto con los obispos fieles a la ortodoxia- el médico ateo decide incinerar los cuerpos de las víctimas de la revolución, lo cual aprueba el sacerdote pese a que en ese momento la Iglesia prohibía expresamente la incineración de los cadáveres. Cabe recordar que enterrar a los muertos es una obra de misericordia y que incluso hoy en día, si bien la Iglesia tolera la incineración, sigue recomendando que se sepulte a los muertos. Más tarde una bala alcanza al médico y el sacerdote le deja morir sin los auxilios espirituales, sin conminarle a la conversión -respeto humano-, pues está convencido de que irá al Cielo, pese a perseverar hasta el final en negar a Dios. Según este "peculiar" sacerdote, la salvación no depende de él, ni de "sus" sacramentos.

Tampoco duda el sacerdote en tomar partido contra las tropas imperiales, que representan al gobierno legítimo, en favor de los revolucionarios republicanos, a quienes ayuda personalmente cometiendo directamente un atentado en el que mueren numerosos soldados. Cuando el general republicano alaba que haya asesinado a muchos soldados imperiales, el sacerdote se pregunta en voz alta "hasta cuándo el Cristianismo va a tolerar esas matanzas". ¡Cómo si fuera el Cristianismo quien le hubiera pedido que actuase de terrorista a favor de los revolucionarios republicanos!

Cuando recibe la visita de otro obispo en la misión, éste le dice que no puede financiar la reconstrucción de la iglesia -que ha resultado dañada en la lucha-, por lo que le recomienda que frecuente la amistad de gente rica y poderosa que lo haga. También le reprocha que viva en la pobreza y le anima a cuidar las apariencias para impresionar a los nativos y, supuestamente, que así se conviertan. Conversando con el obispo vuelve a decir que los paganos no son malos, como tampoco los cristianos son intachables.


Hace apología del sincretismo religioso, llevándose el sacerdote muy bien con unos misioneros protestantes, que consideran que tiene muy buena reputación en Occidente, pese a tenerla bastante mala en el seno de la propia Iglesia -síntoma de que muy bien no lo está haciendo-.

Conclusión: esta es una película que presenta como "bueno" y como "modelo a seguir" a un sacerdote heterodoxo, para quien todas las religiones son iguales y que cree que todo el mundo puede ir al Cielo aunque niegue a Dios o adore ídolos, al mismo tiempo que le contrapone a sus superiores jerárquicos, obispos cuya imagen es la de personas soberbias, superficiales, hipócritas, interesadas, comilonas, bebedoras, amantes del lujo y que no ven con malos ojos la esclavitud. Y la de los católicos en general, que son cínicos y sin reparos morales de ningún tipo -pueden mentir, robar o explotar a sus semejantes sin el menor escrúpulo, ni el más mínimo asomo de arrepentimiento-, además de enfrentar las creencias religiosas con los avances médicos -en la película sólo el sacerdote, precisamente al presentarle como un cura heterodoxo, también cree en la Medicina-. Es la famosa y falsa dicotomía que pretende enfrentar Ciencia y Religión, y que tanto gusta a los laicistas. Asimismo, hace una loa al republicanismo y, de forma indirecta, al Comunismo -no se le nombra, pero se deduce de la época en que el sacerdote narra los hechos-.

En resumidas cuentas, es una película con mala intención y peligrosa, al presentar subliminalmente como bueno algo que no lo es, tratando de engañar con ello a muchos y de crear un estado de opinión que poco a poco fructifique; sin prisa, pero sin pausa, como se ha visto a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Está claro que en esta película -como en tantas otras- el cura bueno es definido como aquel que niega precisamente lo que hace que sea cura: la propia doctrina católica y la autoridad de la Iglesia, que fue recibida directamente de Nuestro Señor Jesucristo.

Esta película, pues, como otros tantos ejemplos a lo largo de la historia del Cine, so pretexto de ser un medio de entretenimiento, se convierte en un arma al servicio de la paulatina, pero imparable, descristianización de la sociedad Occidental, al tiempo que trata de socavar el poder y autoridad de la Iglesia católica y su influencia en el mundo.

7 comentarios :

  1. Bueno, si tan mal hablan los católicos de esta película, entonces debe ser buena y edificante. La veré; gracias por la crítica. Mejor ver a un sacerdote católico que respeta las convicciones religiosas ajenas, a los sacerdotes pederastas que tanto defienden. Veré esta cinta. Gracias.

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    1. Tienes un pequeño lío: lo que se debe respetar es a las personas, no sus creencias falsas. Tampoco defendemos a sacerdotes pederastas, como supongo que tú no defiendes a anticatólicos pederastas (que seguramente son bastantes más). En cualquier caso, harás bien en ver la película; así mientras tanto no escribes memeces en blogs, con intención ofensiva (aunque no logras ofender). Que tengas un buen día.

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  2. Una fantástica crítica de cine buen amigo, aunque gracias a Dios tenemos grandes películas que dejan muy bien a los sacerdotes, sin ir más lejos que la de nuestro querido genio del suspense Alfred Hitchcock, "Yo confieso", una de mis películas favoritas sin duda alguna, que nos muestra con maestría, no solo lo que es un sacerdote de verdad en el plano religioso, sino también lo que significa la auténtica valentía y el honor por mantener tus valores y creencias hasta el final.

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    1. Muchas gracias por tu comentario, gpe dlp.

      Me alegro de que te guste la crítica. Sobre la película que mencionas a continuación, "Yo confieso", de Alfred Hitchcock, también he escrito una crítica, que puedes ver en el enlace al final de esta respuesta. En general la considero una buena película... pero también le encuentro varias pegas, sobre todo en relación a la vocación sacerdotal y a la validez del sacramento de la Confesión.

      Espero que también te guste esa crítica.

      Un cordial saludo, en Cristo,

      CATHOLICVS

      Puedes leerlo en este enlace:

      Cine y películas sobre sacerdotes (IV): "Yo confieso" (1953)

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  3. La he visto y debo decir que me gusta mucho, por cierto la película no hace apología al comunismo en China por la simple razón de que la Revolución en este país se produjo en 1949 y la película es de 1944 un dato importante.

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    1. Gracias por su comentario, Eduardo. Pero fíjese en que lo que usted dice ya lo había dicho yo en el propio análisis de la película. Sí hace propaganda comunista, y lo he explicado; lea este párrafo:

      "Posteriormente, hace una referencia a lo diferente que era China cuando llegó de misionero, comparada con la época en que narra los hechos -cuando el Partido Comunista Chino luchaba por establecer un régimen comunista, lo cual lograría poco después, tras una revolución y guerra civil-. Según el sacerdote, antes China estaba "expoliada, abandonada por el mundo y hambrienta". Sin duda, para este sacerdote el republicanismo, primero, y el Comunismo, después, representan la salvación de China. El ateísmo de Estado obligatorio, la persecución a la Iglesia o los millones de asesinatos del Comunismo allí, parecen peccata minuta. Para él, en el momento de narrarlo, China es el Paraíso en la tierra: tiene "dignidad, unidad y un lugar en el sol". Vamos, propaganda comunista en toda regla, pese a la criminalidad y anticatolicismo de tan nefasta ideología, y su condena expresa por parte de la Iglesia".

      Un cordial saludo, en Cristo.

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