Recientemente se ha conocido el despido de Stéphane Mercier, Profesor de Filosofía de la Universidad "católica" de Lovaina, por recordar que el aborto es un asesinato. Según la propia Universidad, sus ideas "son inaceptables e incompatibles con los valores de la Universidad".
Por si fuera poco escandaloso que los "valores" de una Universidad presuntamente católica acepte el aborto y despida a un profesor que lo rechaza, la propia Conferencia Episcopal Belga ha apoyado a la Universidad alegando que "hablar de asesinato en el caso de aborto es exagerado", según palabras textuales del jesuita (¡cómo no!) Tommy Scholtès, su portavoz -en la imagen que abre esta entrada-, que no habla en su propio nombre, sino en el de los obispos belgas.
Pero el jesuita Scholtès ha ido más allá, al afirmar que "las palabras de Stéphane Mercier me parecen grotescas. La palabra 'homicidio' es demasiado fuerte: supone una violencia, un acto cometido con plena conciencia, con intención y esto no tiene en cuenta la situación de las personas, a menudo en medio de una gran crisis". Y para apoyar semejante aberración se apoya en el Papa Francisco: "el Papa Francisco recuerda también la misericordia: debemos mostrar comprensión y compasión".
Ante tamaños despropósitos, miles de fieles belgas han protestado manifestándose en las calles de Bruselas, lo que ha provocado que la Conferencia Episcopal Belga emitiera una nota que, lejos de arreglar la situación, la empeora, al afirmar que "siempre hay que distinguir entre la persona y el acto" y por respeto a las mujeres en situaciones de dificultad y angustia "debemos hablar siempre con tacto de aquellos que toman esta decisión".
Habrá que recordar a los obispos belgas lo que, con el tacto justo -justo viene de justicia- prescribe A PERPETUIDAD la Constitución Apostólica "Effraenatam" contra el aborto, de S. S. Sixto PP. V, pues el aborto no sólo es un asesinato que quita la vida de un ser humano inocente e indefenso, sino que priva a éste de la visión beatífica por toda la eternidad, es decir, de ir al Cielo y ver a Dios. ¿Hay algo peor que privar a alguien de la eterna salvación? Así se expresa la Constitución Apostólica "Effraenatam" (la negrita es mía):
Constitución Apostólica "Effraenatam" contra el aborto por Sixto PP. V
Contra aquéllos que procuran el aborto por cualquier modo o manera, o que propinan pócimas de esterilidad, o las toman, y los que les dan ayuda, consejo o consentimiento.SIXTO V OBISPOSiervo de los Siervos de DiosPara perpetua memoria
[...] Nos, que somos puestos por el Señor en el supremo trono de justicia, estamos compelidos y obligados, por justísima razón aconsejados, a renovar en parte las antiguas leyes y en parte ampliarlas para reprimir la atroz y brutal monstruosidad, con justo castigo, de aquéllos que no tienen temor de cruelísimamente matar a fetos que todavía se esconden en las maternas entrañas. ¿Quién no abominará y detestará tan execrable fechoría por la cual ciertamente se pierden no solamente los cuerpos, sino lo que es más grave, las almas? ¿Quién no condenará a gravísimos suplicios la impiedad de aquél que excluye un alma creada a imagen de Dios, por la redención de la cual Nuestro Señor Jesucristo derramó su preciosísima Sangre y que es capaz de la Bienaventuranza eterna y que es destinada para el consorcio de los Ángeles, de la bienaventurada visión de Dios, y así ha impedido en cuanto podía a la reparación de las celestiales mansiones y moradas y ha quitado a Dios el servicio de su criatura? [...] Por lo tanto no sin razón el Sexto Sínodo de Constantinopla ha decretado y sancionado que las personas que a sabiendas dan medicinas abortivas y las que reciben venenos que matan a los fetos son sujetas a las penas para los homicidas [...] Todos y cualesquiera hombres y mujeres, de cualquier estado, grado, orden o condición, también clérigos, seculares y de cualquier Orden religiosa, de cualquier dignidad y preeminencia eclesiástica o mundana, refulgentes y esclarecidos, por cuanto por sí o por terceras personas interpuestas hayan cometido o procurado el aborto del feto o su expulsión con golpes, venenos, medicamentos, pócimas, pesas, labores impuestas a las mujeres preñadas, o por otros desconocidos y muy rebuscados medios, así que realmente sigue el aborto, y aún las mismas grávidas mujeres, que han hecho a sabiendas lo antedicho, incurren en las penas por el Derecho Divino y humano propuestas e infligidas por sanciones canónicas y Constituciones Apostólicas como también por el Derecho civil contra verdaderos homicidas quienes realmente han perpetrado homicidio voluntario. Los tenores de todas estas leyes tenemos por insertados y expresos a la letra en este Nuestro documento y por esta Nuestra Constitución Apostólica válida a perpetuidad decretamos y ordenamos que sean extendidas las antedichas penas, leyes y Constituciones a los casos susodichos [...] Además para proveer y precaver por la gravedad de este brutal, cruel, inhumano, terrible, feroz, horrible y monstruoso delito con penas y censuras espirituales para todos y cada una de las personas de cualquier estado, grado, Orden o condición, tanto laicos como clérigos, seculares y de cualquier Orden religiosa, también para mujeres, seglares o profesas en cualquier Orden religiosa, las cuales personas, como actores principales, o cómplices, que a sabiendas hayan dado ayuda, consejo, favor, pócima, o hayan dado a sabiendas cualquier medicamento del género susodicho, aún escribiendo cartas privadas, o dado recibos o con palabras o señales hayan ayudado o aconsejado para cometer tal fechoría, además de las susodichas penas, declaramos que son excomulgadas latae sententiae (ipso facto) [...] Decretamos que para todo y cada uno de lo premiso y antedicho es anulada, y casada la facultad y autoridad de juzgar e interpretar de otro modo o manera a todos y cualquiera de los jueces ordinarios o delegados, aún para los auditores de las causas del Palacio Apostólico, y a Cardenales de la Santa Iglesia Romana, en cualquier causa o instancia, y se debe juzgar y sentenciar que es nulo, vano e inválido, cualquier atentado contra susodicho por cualquier autoridad a sabiendas o por ignorancia [...] A ningún hombre es lícito infringir o con audacia temeraria oponerse a esta página de Nuestra aprobación, innovación, sanción, estatuto, derogación de las voluntades y decretos. Si alguien presumiera hacer este atentado debe saber que incurría en la indignación de Dios Omnipotente y de los Bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo.Dado en Roma en el Monte Quirinal en el Año de Encarnación del Señor 1588, El 29 de Noviembre, IV año de Nuestro Pontificado.
Y ahora, que digan los obispos belgas, con notas o a través de su portavoz jesuita, que el Papa Sixto V era un "exagerado", así como todos los Pontífices de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana hasta el actual, y que sigan engañando a los fieles -y a los impíos que les quieran oír- dejando entrever que la víctima de un aborto es quien lo pide, lo provoca, lo promueve, lo permite o lo apoya de cualquier forma, y no el ser humano asesinado en el seno materno, impunemente y sin posibilidad de defenderse, a quien se le priva no sólo de su vida terrena, sino de su salvación eterna. ¿Qué misericordia es ésa que justifica a los criminales y no a sus víctimas, y que condena a quien denuncia este crimen que clama al Cielo?