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"Entre los reproches cosechados, el de mayor calado es el que denuncia el rostro antimoderno de Benedicto XVI. El titular de El País afirmaba que con esta encíclica vuelve el integrismo preconciliar, es decir, que antes del Vaticano II (¡veinte siglos de fe cristiana nos contemplan!) catolicismo era igual a integrismo, sin más. La simpleza asusta, pero es que todo vale cuando se trata de demoler la imagen de un enemigo peligroso, y por lo que se ve, el Papa Ratzinger lo es".
"Otro titular "divertido" sobre la encíclica, es el que utiliza la información del diario El Mundo, según el cual el Papa responsabiliza a los ateos de los peores males de la historia".
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