El Card. Péter Erdő con el Papa Francisco durante el Sínodo |
El pasado lunes 13 de octubre, justo 97 años después del "milagro del sol" en Fátima, la Sala de Prensa de la Santa Sede hizo pública la "Relatio post disceptationem" durante la Undécima Congregación General del Sínodo Extraordinario de la Familia, por el Relator General, S. E. R. Péter S.R.E. Card. Erdő, Arzobispo de Esztergom-Budapest, Primado de Hungría y presidente de la Conferencia Episcopal Húngara y del Concilio de Conferencias Episcopales de Europa (puede leerse completa en este enlace).
No adelanto nada si digo que dicho texto está lleno de despropósitos y, fundamentalmente, de afirmaciones contrarias a la Tradición, Doctrina y Magisterio de la Iglesia Católica, pues han corrido ríos de tinta al respecto, tanto en Internet como en la prensa escrita y la televisión, hasta el punto de que la propia Santa Sede tuvo que emitir al día siguiente esta "Declaración del Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede en nombre de la Secretaría General del Sínodo":
Ciudad del Vaticano, 14 octubre 2014 (VIS).- La Secretaría General del Sínodo, tras las reacciones y discusiones originadas por la publicación de la Relatio post disceptationem, y al hecho de que se le haya atribuido un valor que no corresponde a su naturaleza, reitera que dicho texto es un documento de trabajo, que resume las intervenciones y el debate de la primera semana, y que ahora se propondrá a la discusión de los miembros del Sínodo reunidos en los Círculos menores, según lo previsto por el mismo reglamento del Sínodo.
El trabajo de los Círculos menores se presentará a la Asamblea en la Congregación general matutina del próximo jueves, 16 de octubre.
Que no se trata de un texto definitivo, ni la posición oficial de la Iglesia, es claro. Pero a los medios de comunicación, mayoritariamente anticatólicos, les ha faltado tiempo para afirmar que la Iglesia ya permite la Comunión a los "divorciados vueltos a casar", y que acepta las parejas de hecho, la homosexualidad y la anticoncepción, cosa que es totalmente falsa. Pero el daño ya está hecho.
Mons. Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto |
Antes de detallar, comentando, algunos puntos polémicos del documento en cuestión, me gustaría exponer varias consideraciones que nos sitúen en la posición católica sobre la materia que nos ocupa, especialmente en lo que se refiere a dar la Sagrada Comunión a los "divorciados vueltos a casar":
El Apóstol San Pablo, en la I Carta a los Corintios, afirma taxativamente:
"De modo que quien comiere el pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor" [...] porque el que come y bebe, no haciendo distinción del Cuerpo (del Señor), come y bebe su propia codenación" (1 Cor 11:27; 29).
Se trata, pues, además de pecado, de un sacrilegio.
Asimismo, el Sacrosanto Concilio de Trento, el 11 de octubre de 1551, en el Canon 11 (Denzinger, 1661) de la XIII Sesión, "Sobre el Santísimo Sacramento de la Eucaristía", ordena que si alguno comete un pecado mortal debe primero confesar sacramentalmente antes de recibir la Sagrada Comunión:
Can. 11. "Si alguno dijere que la sola fe es preparación suficiente para recibir el sacramento de la santísima Eucaristía, sea anatema. Y para que tan grande sacramento no sea recibido indignamente y, por ende, para muerte y condenación, el mismo santo Concilio establece y declara que aquellos a quienes grave la conciencia de pecado mortal, por muy contritos que se consideren, deben necesariamente hacer previa confesión sacramental, habida facilidad de confesar. Mas si alguno pretendiere enseñar, predicar o pertinazmente afirmar, o también públicamente disputando defender lo contrario, por el mismo hecho quede excomulgado".
Es, por tanto, Doctrina de la Iglesia definida solemnemente en un ejercicio de Magisterio Extraordinario. Habida cuenta de lo anteriormente señalado, ¿le habrá dicho alguien al Cardenal Kasper -o a quienes promueven su postura- que probablemente ya se haya excomulgado él mismo?
El Card. Walter Kasper durante una de las sesiones del Sínodo |
Lo que San Juan Pablo PP. II denomina "ley de gradualidad" no tiene nada que ver con un abandono "gradual" del pecado, sino con el hecho de que una persona no es ya perfecta en el momento de su conversión, cosa que siempre ha sostenido la Doctrina católica. Cuando uno recibe la gracia de la conversión rompe con el pecado definitivamente para, después, avanzar "gradualmente" por el camino de la santidad; no importa si vuelve a cometer más pecados, pues, con la ayuda de la gracia, debe arrepentirse y volver a empezar, ayudado por el sacramento de la Confesión, que nos impele a renunciar a pecar definitivamente, con firme propósito de la enmienda. Quien aún no esté arrepentido no recibirá la misericordia de Dios, y por tanto no se le perdona. (CCC nº 1451; DH 1676).
Entrando ya en materia, voy a exponer ciertos puntos llamativos, otros preocupantes, así como algunos otros inadmisibles desde el punto de vista católico -no son los únicos-, de este documento (en color rojo mis comentarios):
Ya al principio del documento llama la atención el punto 3, en el que se denomina al Papa únicamente como "el Obispo de Roma" (él mismo se denomina así, evitando la palabra "Papa").
En el punto 4 se habla de "renovar la Iglesia", como si el experimento postconciliar no hubiese sido suficiente para ver los perniciosos efectos producidos por los defensores de esa permanente "renovación".
Diez puntos más abajo, en el 14, se afirma lo siguiente: "...Jesús mismo, refiriéndose al plan original sobre la pareja humana, reafirma la unión indisoluble entre el hombre y la mujer, mientras comprende que «por la dureza de sus corazones Moisés les ha permitido repudiar a sus esposas, pero desde el principio no fue así» (Mt 19,8). De tal modo, Él muestra cómo la condescendencia divina acompaña siempre el camino humano, orientándolo hacia su principio, no sin antes pasar a través de la cruz".
Esta afirmación es, sencillamente, una tergiversación de lo dicho por N. S. Jesucristo, que podemos leer en los Santos Evangelios: el Señor no sólo no lo comprende, sino que lo condena y reafirma que quien lo hace, es adúltero, pese a las componendas humanas para saltarse el plan de Dios.
En el punto 18, el documento dice: "...Algunos se preguntan si es posible que la plenitud sacramental del matrimonio no excluya la posibilidad de reconocer elementos positivos también en las formas imperfectas que se encuentran fuera de tal realidad nupcial".
Hay que aclarar que "formas imperfectas" se trata de un eufemismo para denominar el amancebamiento, el concubinato, el adulterio, la fornicación y las prácticas homosexuales. Por lo cual, no cabe ver en dichos pecados elementos positivos -que, en cualquier caso, sólo se encontrarían en el orden material-; de haberlos, sería "a pesar" de dichos pecados, no a causa de los mismos.
En el punto 20 se afirma que "...la Iglesia se dirige con respeto a aquellos que participan en su vida de modo incompleto e imperfecto, apreciando más los valores positivos que custodian, en vez de los límites y las faltas".
Vamos, que a los pecadores -que somos todos-, no se les van a reprobar sus pecados... Cabe afirmar lo mismo que en el punto citado anteriormente a éste.
El punto 36 abunda más en lo mismo, hablando de "...Una sensibilidad nueva de la pastoral actual, consiste en acoger la realidad positiva de los matrimonios civiles y, reconociendo las debidas diferencias entre las convivencias. Es necesario que en la propuesta eclesial, aún presentando con claridad el ideal, indiquemos también elementos constructivos en aquellas situaciones que no corresponden todavía o aún no a tal ideal".
¿Realidad positiva del adulterio? Y que esto lo sugieran obispos... Ver para creer.
El punto 38 ya lleva el despropósito hasta el paroxismo, afirmando que " ...En otros países [...] casarse es un lujo, de modo que la miseria material empuja a vivir en uniones “de hecho”. También en tales uniones es posible acoger los valores familiares auténticos o al menos el deseo de ellos".
Resulta el colmo justificar la fornicación, el concubinato y el amancebamiento por razones económicas, como si un sacramento estuviera dirigido sólo a los ricos.
El punto 40 habla de "...realidad de las fragilidades familiares [...] No es sabio pensar en soluciones únicas o inspiradas en la lógica del 'todo o nada'".
Pues N. S. Jesucristo, a quien los obispos que han propuesto tal cosa representan, no pensaba igual... y así lo recogen los Santos Evangelios.
El punto 43 propone que "...se debe considerar la posibilidad de dar relevancia a la fe de los novios en orden a la validez del sacramento del matrimonio".
Que yo sepa, la fe de uno de los contrayentes -o la falta de ella- nunca ha sido un impedimento para la validez del sacramento; en caso contrario, todos los matrimonios mixtos que acepta la iglesia -por ejemplo-, serían inválidos, y no sólo el de aquellos que pretenden que se anule su matrimonio.
En el punto 44 "...se pide el aumento de la responsabilidad del obispo diocesano, el cual en su diócesis podría encargar a un sacerdote debidamente preparado que pueda gratuitamente aconsejar a las partes sobre la validez del matrimonio".
¡Lo que faltaba!: un simple sacerdote, por muy 'nombrado por el obispo' que esté, anulando matrimonios...
El punto 46 dice que "...los divorciados y vueltos a casar requieren un discernimiento atento y un acompañamiento lleno de respeto, evitando cualquier lenguaje o actitud que les haga sentir discriminados".
Eso es: hay que evitar llamar adúlteros a los adúlteros. No vaya a ser que tomen conciencia de su pecado, se arrepientan, cambien de vida y salven su alma inmortal.
El punto 47 dice que "...Para algunos, el eventual acceso a los sacramentos debe ir precedido de un camino penitencial –bajo la responsabilidad del obispo diocesano-".
Naturalmente: es el "vete y no peques más" que manda el Señor. Si no hay propósito de la enmienda, es decir, la firme decisión de dejar de cometer adulterio, no se puede acceder a los sacramentos, pues, si se hiciere, éstos serían inválidos y sacrílegos. A Dios no se le puede engañar.
El 48 es de todo punto increíble, viniendo de quienes viene: " ...no pocos Padres sinodales plantea algunas preguntas: ¿si es posible la comunión espiritual, por qué no es posible acceder a la sacramental?".
Esto es una broma, claro: ¿existen obispos que no diferencian entre Comunión sacramental y espiritual? ¿O es más bien que no creen en la Transubstanciación?
En el punto 50 se pregunta: "¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?".
La respuesta es obvia. ¡Desde luego que no!: no puede haber aceptación alguna del pecado por parte de la Iglesia. Las prácticas homosexuales están explícitamente condenadas en las Sagradas Escrituras. Sólo cabe decirles la verdad: que se arrepientan y cambien de vida.
Otra obviedad que va con trampa la constituye el punto 51: "...La Iglesia, por otra parte, afirma que las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer".
No es que no puedan ser equiparadas, es que, como todas las uniones que implican relaciones sexuales entre personas que no han contraído el sacramento del matrimonio (que sólo pueden contraer un hombre con una mujer) son pecado, y por tanto la Iglesia no puede sino condenarlas.
El punto 54 afirma que "...En esta luz, se redescubre el mensaje de la Encíclica Humanae Vitae de Pablo VI, que subraya la necesidad de respetar la dignidad de la persona en la evaluación moral de los métodos de regulación de la natalidad".
La evaluación moral es objetiva: el uso de métodos anticonceptivos que no sean del tipo de la regulación natural de la fertilidad, es pecado. Así lo ha definido siempre la Iglesia y todos los Papas, anteriores y posteriores a dicha Encíclica, que también dice lo mismo.
Por último, en este repaso de los puntos más llamativos, el número 58 dice que "...No se trata de decisiones tomadas, ni de perspectivas fáciles. Sin embargo, el camino colegial de los obispos y la implicación de todo el pueblo de Dios bajo la acción del Espíritu Santo, podrán guiarnos para encontrar vías de verdad y de misericordia para todos".
Pues para no estar tomadas, se han dado mucha prisa en redactar, publicar y dar a conocer a los medios de comunicación esta especie de 'borrador'. Además, ¿qué es exactamente lo que hay que decidir? Nada de lo planteado se presta a decisión alguna, pues ni el Papa puede cambiar la Moral, Doctrina y Magisterio de la Iglesia Católica -menos aún los obispos, y aún menos una minoría entre ellos-.
Para complicar aún más las cosas, hay que destacar la opacidad con la que hasta ahora se ha venido desarrollando este Sínodo, sobre todo la información que se ha transmitido a los medios de comunicación; hasta el punto de que S. E. R. Raymond Leo S.R.E. Card. Burke, Prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, en una entrevista a "Il Foglio", ha declarado que la información oficial sobre el Sínodo "viene manipulada, dando relieve solamente a una tesis (la del Cardenal Kasper), en vez de informar fielmente acerca de las varias posiciones expuestas" en el Sínodo. Y no es el único contrario a la tesis adoptada en el documento que nos ocupa: Cardenales como Müller (nada menos que Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe), Brandmüller, Caffarra, De Paolis, Martino, Napier, Pell, o Ruini, también se oponen a la misma, como ellos mismos han expresado a diferentes medios.
Hasta tal punto ha llegado la protesta por la opacidad, que la Santa Sede no ha tenido más remedio que publicar los trabajos de los "Círculos Menores" del Sínodo -pese a su intención inicial de no hacerlo-, que pueden verse en este enlace.
Para no extenderme demasiado, aparte de lo ya mencionado hasta aquí, recomiendo vivamente leer -a diferencia de algún que otro artículo o post de algún conocido sacerdote que, por lo visto, está "encantado" con la "revolución" que suponía la tesis reflejada en este documento provisional, pese a ser minoritaria-, este artículo del P. José María Iraburu, que subscribo: La Relatio posterior al Sínodo preparatorio sobre la familia.
Excelente y completo artículo. Muchas gracias por publicarlo e informarnos.
ResponderEliminarespero que las profecias no se cumplan..pero parece que se estan dando las condiciones... quieren dinamitar lo poco que queda de fe y digno en la iglesia. seguiran ahora con su trabajo..en la sombra..apartando obispos incomodos...
ResponderEliminarmuy bueno
ResponderEliminar