El pasado domingo 29 de septiembre, solemnidad de San Miguel Arcángel, S. E. Mons. Luis Gleisner Wobbe, obispo auxiliar de La Serena (Chile), administró el sacramento de la Confirmación (Usus Antiquior) a Dña. María Carolina Huenul Contreras y a D. Richard Andrés Campusano Cortés, dos jovenes del Coetus Fidelium de la parroquia de San José de la localidad de Algarrobito. A continuación, Su Excelencia asistió en coro a la Santa Misa Tridentina, cantada, oficiada por el P. Carlos Bolelli Serra, párroco de dicha iglesia. Tras la ceremonia, los asistentes participaron en un almuerzo comunitario en la casa parroquial. Mi agradecimiento a D. Hernán Geisse por facilitarme la información y las fotografías.
Vives en París, como Jefe de Estado y no como obispo
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Ya se comentó en este portal que el arzobispo Vives iba a aprovechar y
mucho los últimos meses que le quedan al frente de la diócesis de Urgel, va
a ser ...
Hace 6 horas
Y todo hecho dentro del marco del Derecho, con paz, armonía y piedad. Con la piedad profunda que la Santa Misa Tridentina favorece como ningún otro rito.
ResponderEliminarmás fotos en una parroquia donde las dos formas del único Rito Romano están una al lado de la otra, complementándonos.
ResponderEliminarhttp://sanjosedealgarrobito.blogspot.com/2013/09/el-domingo-29-de-septiembre-de-2013.html?m=1
No hay arma más poderosa y eficaz para la evangelización que la Santa Misa en su forma tradicional o, luego del providencial motu proprio de Benedicto XVI, extraordinaria. Si los pastores hubieran, desde un principio, querido prestar oídos y manos a la sabias prescripciones del Romano Pontífice emérito, poniéndola al alcance de todos los fieles, en poco tiempo se habría ganado un enorme terreno y con seguridad se habrían salvado muchísimas almas. Es claro que el demonio odia la Misa en su forma tradicional y de ahí que mueva sus nefastas influencias para que no sea promovida ni defendida como lo requiere. Cuán triste resulta constatar que a los jóvenes se les ocultan los inestimables tesoros de la tradición litúrgica, contrariando así el explícito deseo de Benedicto XVI. Tengo la dicha de asistir, aunque sea dominicalmente, y luego de recorrer una enorme distancia, a una pequeña parroquia en la que la Santa Misa es ofrecida según el llamado Vetus Ordo, conforme a las prescripciones de 'Summorum Pontificum', pudiendo constatar el provecho que la misma ha obrado en las personas de todas las edades que asisten a ella. ¡Qué gente tan piadosa, alegre y sólida, y al mismo tiempo tan normal! ¡Cómo no querer que fueran millones los que tuvieran su suerte! ¡Pidámosle a Nuestra Señora del Rosario por el Papa Francisco, gloriosamente reinante, para que sea un entusiasta promotor de la Santa Misa Tradicional! ¡Es posible!
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