Hoy celebramos la fiesta de la Transfiguración, recordamos que Jesús escogió a tres de sus discípulos y se los llevó a una montaña alta. En esta ocasión quería mostrar su gloria a sus más íntimos amigos, quería que le conocieran mejor, quería revelarse como el Hijo amado de Dios.
Al ver algo tan sorprendente, los discípulos se asustaron y se dieron cuenta de que las experiencias que habían vivido hasta ahora no eran nada comparada con ésta.
Pedro pidió al Señor permanecer siempre así. Reaccionó igual que nosotros cuando pasamos por un momento extraordinario. Pero lo que él vivió va mucho más allá de nuestras experiencias, por buenas que sean. Vio a Cristo tal cual era, es decir, pudo percibir que estaba ante el Hijo de Dios. Y por si le quedase alguna duda, escuchó la voz del Padre celestial confirmando el misterio de la divinidad de Jesús: “Este es mi Hijo amado: escuchadlo”.
Al ver algo tan sorprendente, los discípulos se asustaron y se dieron cuenta de que las experiencias que habían vivido hasta ahora no eran nada comparada con ésta.
Pedro pidió al Señor permanecer siempre así. Reaccionó igual que nosotros cuando pasamos por un momento extraordinario. Pero lo que él vivió va mucho más allá de nuestras experiencias, por buenas que sean. Vio a Cristo tal cual era, es decir, pudo percibir que estaba ante el Hijo de Dios. Y por si le quedase alguna duda, escuchó la voz del Padre celestial confirmando el misterio de la divinidad de Jesús: “Este es mi Hijo amado: escuchadlo”.
No hay comentarios :
Publicar un comentario