Los días 10 de mayo de 1931 y posteriores se produjeron en diferentes puntos de España, de forma simultánea y premeditada, los incendios de numerosas iglesias, conventos, seminarios, bibliotecas y otros edificios religiosos, que constituirían el inicio de la mayor persecución religiosa contra los católicos desde la época de los primeros cristianos.
No sólo hubo incalculables pérdidas patrimoniales y artísticas, sino que pronto la persecución tuvo resultados cruentos, sobre todo durante el fallido golpe de estado contra el gobierno de la República, por parte del PSOE y Esquerra Republicana de Cataluña, en octubre de 1934; y en 1936, durante la primavera sangrienta (tras las elecciones generales de febrero de 1936), así como durante toda la Guerra Civil Española, del 18 de julio de 1936 al 1 de abril de 1939 (especialmente en los primeros meses).
El balance de destrozos, crímenes y atrocidades no tiene parangón: unos 7.000 sacerdotes, religiosos y seminaristas asesinados, entre los que se encontraban trece obispos, y un indeterminado número de seglares cuyo único delito fue ser católicos, al igual que miles de obras de arte religiosas y edificios destruidos para siempre (amén de las profanaciones y sacrilegios cometidos).
La Memoria Histórica exige recordar lo que pasó, en este 79º aniversario, ante tanta desmemoria de los instigadores de estos actos, de los asesinos, y de sus descendientes -no sólo biológicos sino, sobre todo, ideológicos-. Una imagen vale más que mil palabras. Aquí dejo unas quinientas de estas imágenes, en forma de presentación: