viernes, 8 de abril de 2016

Exhortación Apostólica post-sinodal "Amoris laetitia" (la alegría del amor): el Papa establece un "discernimiento particular" en cada diócesis que abre la puerta a la Comunión sacrílega de los adúlteros

Hoy, viernes 8 de abril, acaba de ser publicada la exhortación apostólica post-sinodal "Amoris laetitia", La alegría del amor, sobre el amor en la familia, del Papa Francisco, en la que, a lo largo de 325 apartados en 9 capítulos, expone las conclusiones de los dos sínodos de la familia celebrados en Roma en 2014 y 2015. La parte que más puede afectar al devenir de toda la Iglesia es la que se refiere a la facultad otorgada a los obispos para poder dar la Sagrada Comunión, en pecado mortal y sin propósito de la enmienda, a los adúlteros, lo cual, además de permitir un doble sacrilegio -la recepción sacrílega de dos sacramentos, el de la Penitencia y el de la Eucaristía-, contradice tanto a las Sagradas Escrituras, como a la Doctrina, Tradición y praxis bimilenaria de la Iglesia.

El documento acaba de ser presentado, a las 11:30 horas, en una conferencia dada por el Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos, y el Cardenal Christoph Schönborn, Arzobispo de Viena, en el Aula Juan Pablo II de la Sala Stampa de la Santa Sede. Les han acompañado el matrimonio formado por D. Francesco Miano, profesor de Filosofía Moral en la Universidad de Estudios de Roma Tor Vergata y Dña. Giuseppina De Simone in Miano, profesora de Filosofía en la Facultad Teológica de Italia Meridional de Nápoles.

En lo que se refiere a la situación de los adúlteros, el punto 292 afirma: Así, la Iglesia "no descarta los elementos constructivos [que existen] en aquellas situaciones que aún, o que ya no, corresponden a su enseñanza sobre el matrimonio". [¿Qué puede haber de positivo en vivir en estado de pecado mortal?].

En lo referente a la Comunión a los adúlteros, el documento dice literalmente:

242. Los Padres indicaron que «un discernimiento particular es indispensable para acompañar pastoralmente a los separados, los divorciados, los abandonados. Hay que acoger y valorar especialmente el dolor de quienes han sufrido injustamente la separación, el divorcio o el abandono, o bien, se han visto obligados a romper la convivencia por los maltratos del cónyuge. El perdón por la injusticia sufrida no es fácil, pero es un camino que la gracia hace posible. De aquí la necesidad de una pastoral de la reconciliación y de la mediación, a través de centros de escucha especializados que habría que establecer en las diócesis». Al mismo tiempo, «hay que alentar a las personas divorciadas que no se han vuelto a casar —que a menudo son testigos de la fidelidad matrimonial— a encontrar en la Eucaristía el alimento que las sostenga en su estado. La comunidad local y los pastores deben acompañar a estas personas con solicitud, sobre todo cuando hay hijos o su situación de pobreza es grave». Un fracaso familiar se vuelve mucho más traumático y doloroso cuando hay pobreza, porque hay muchos menos recursos para reorientar la existencia. Una persona pobre que pierde el ámbito de la tutela de la familia queda doblemente expuesta al abandono y a todo tipo de riesgos para su integridad.

243. A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que «no están excomulgadas» y no son tratadas como tales, porque siempre integran la comunión eclesial. Estas situaciones «exigen un atento discernimiento y un acompañamiento con gran respeto, evitando todo lenguaje y actitud que las haga sentir discriminadas, y promoviendo su participación en la vida de la comunidad. Para la comunidad cristiana, hacerse cargo de ellos no implica un debilitamiento de su fe y de su testimonio acerca de la indisolubilidad matrimonial, es más, en ese cuidado expresa precisamente su caridad».

Por otra parte, en la sesión de preguntas y respuestas, el Cardenal Schönborn, además de citar torticeramente a varios Papas postconciliares -los anteriores parecen no existir-, fundamentalmente a San Juan Pablo II y a S. S. Benedicto XVI, para justificar la comunión de los adúlteros -algo que ambos Papas jamás consideraron permisible-, ha repetido en varias ocasiones la idea, no católica, del "desarrollo orgánico de la doctrina", algo condenado explícita y solemnemente por el Concilio Vaticano I, que en la Constitución dogmática «Filius Dei» sobre la Fe Católica define lo siguiente:

"Así pues, la doctrina de la fe que Dios ha revelado es propuesta no como un descubrimiento filosófico que puede ser perfeccionado por la inteligencia humana, sino como un depósito divino confiado a la esposa de Cristo para ser fielmente protegido e infaliblemente promulgado. De ahí que también hay que mantener siempre el sentido de los dogmas sagrados que una vez declaró la Santa Madre Iglesia, y no se debe nunca abandonar bajo el pretexto o en nombre de un entendimiento más profundo. «Que el entendimiento, el conocimiento y la sabiduría crezcan con el correr de las épocas y los siglos, y que florezcan grandes y vigorosos, en cada uno y en todos, en cada individuo y en toda la Iglesia: pero esto sólo de manera apropiada, esto es, en la misma doctrina, el mismo sentido y el mismo entendimiento»".

En el Canon III del mencionado capítulo IV "Sobre la fe y la razón", se condena solemnemente: "Si alguno dijere que es posible que en algún momento, dado el avance del conocimiento, pueda asignarse a los dogmas propuestos por la Iglesia un sentido distinto de aquel que la misma Iglesia ha entendido y entiende: sea anatema".

Puede leerse el documento completo en español en el siguiente enlace de la página web oficial de la Santa Sede (el capítulo 8 no tiene desperdicio):


Como muchas de las ideas y puntos desarrollados en esta Exhortación Apostólica son una copia exacta -a veces con alguna pequeña modificación en el lenguaje empleado- de los de la "Relatio post disceptationem" del Sínodo extraordinario de la Familia de hace un año y medio -incluyendo las novedosas teorías sobre varios Sacramentos, la tergiversación de la ley de gradualidad expresada por San Juan Pablo II, o de lo dicho por Santo Tomás de Aquino, que contradicen todo el Magisterio de la Iglesia previo-, recomiendo leer el análisis, algo más extenso, que hice entonces de dicho documento. Puede leerse en el siguiente enlace:

5 comentarios :

  1. ¿De dónde deduce que los adúlteros puedan comulgar?

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    1. Del eufemístico "discernimiento" particular cuyo dictamen final -si puede o no comulgar la pareja de adúlteros no arrepentidos- se otorga de forma discrecional a los obispos en sus respectivas diócesis -vamos, que cada obispo hará de su capa un sayo-, y de las explicaciones dadas por los dos cardenales que han dado la conferencia de presentación del documento esta mañana. Para saber que no se puede comulgar en pecado mortal -y el adulterio lo es- no hace falta "discernimiento" alguno, ni un larguísimo documento papal, sino saberse el Decálogo y, si aún hay dudas, pueden solventarse consultando el Catecismo de la Iglesia Católica. Espero habérselo aclarado. Gracias por su comentario.

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  2. Buenos días, Catholicvs.

    Las declaraciones de Schorborn me parecen un despropósito y quedan fuera de la Doctrina, desde mi punto de vista.

    En cuanto a la pastoral o "pasteleoral" sí
    hay un punto que me parece interesante recordar:

    A día de hoy en España para divorciarse basta con la firma de uno de los dos cónyuges, si el otro no da su consentimiento no importa, queda "legalmente" divorciado.

    Esta segunda persona que ha permanecido fiel a su Fe en contra de la sociedad que le rodea tiene pleno acceso a todos los Sacramentos, no le parece a Vd.

    Este tema no me afecta personalmente y ruego a Dios para que así siga, pero sí que es verdad que existe una mínima, mínima minoría que se encuentra en esta situación y se sienten abandonados, creo yo que por ignorancia.

    Saludos cordiales.

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    1. Naturalmente, la parte "débil" e inocente del matrimonio, la que ha sido abandonada, puede seguir recibiendo los sacramentos, siempre y cuando no incurra también en adulterio con otra persona, pues, aunque su cónyuge le haya abandonado, el matrimonio no se disuelve hasta la muerte de uno de los dos. Estas son realmente las personas que, en caso de "divorcio" necesitan acompañamiento y comprensión por parte de los pastores, y no los adúlteros sin arrepentimiento ni propósito de enmienda.

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  3. Totalmente de acuerdo.

    Muchas gracias, Catholicvs.

    Qué Dios le guarde!

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